miércoles, 28 de octubre de 2009

En el salvajismo de tu mirada

Lámina fría y maleable, tu piel se me aparece lumínica entre los pliegues
de una falda absurdamente voluminosa y pesada.
Igual me abro camino, guadaña en mano, por las ruinas y los muros desplomados
que conformaban en otra era tu inexpugnable fortaleza.
Los ejércitos esperan afuera, la señal para ir a sus muertes. A encontrarse con que la gravedad es la última fuerza a la que los cuerpos se rinden.
Y guiados por esa inercia primordial encontrémonos colisionando labio contra labio...carne contra carne...
Las falanges aguerridas se hacen al frente para ensartar a los caballos rugientes y llueven desde atrás las hachas como una brisa matinal: helada y cortante.
Y con tus caderas y mis ideas moviéndose al ritmo de los cuernos de guerra
me aferro de lo poco que queda de cordura en la habitación.
Tantos giros de la moneda en el aire y ésta que no puede terminar de caer...
tantos inútiles giros de una moneda sin caras ni lados ni señas de civilización presentes en sí...
¿y dejar el destino de la plaga al retumbar aleatorio de la moneda en el suelo?
Si es así, igualmente decido jugarme la vida a suertes contra el Sino,
retarlo como cada mañana y asegurarle que, aunque con trabajos,
volveré por la noche sano y salvo...
de regreso del salvajismo que habita tu mirada...

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En el salvajismo de tu mirada

Lámina fría y maleable, tu piel se me aparece lumínica entre los pliegues
de una falda absurdamente voluminosa y pesada.
Igual me abro camino, guadaña en mano, por las ruinas y los muros desplomados
que conformaban en otra era tu inexpugnable fortaleza.
Los ejércitos esperan afuera, la señal para ir a sus muertes. A encontrarse con que la gravedad es la última fuerza a la que los cuerpos se rinden.
Y guiados por esa inercia primordial encontrémonos colisionando labio contra labio...carne contra carne...
Las falanges aguerridas se hacen al frente para ensartar a los caballos rugientes y llueven desde atrás las hachas como una brisa matinal: helada y cortante.
Y con tus caderas y mis ideas moviéndose al ritmo de los cuernos de guerra
me aferro de lo poco que queda de cordura en la habitación.
Tantos giros de la moneda en el aire y ésta que no puede terminar de caer...
tantos inútiles giros de una moneda sin caras ni lados ni señas de civilización presentes en sí...
¿y dejar el destino de la plaga al retumbar aleatorio de la moneda en el suelo?
Si es así, igualmente decido jugarme la vida a suertes contra el Sino,
retarlo como cada mañana y asegurarle que, aunque con trabajos,
volveré por la noche sano y salvo...
de regreso del salvajismo que habita tu mirada...

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lunes, 12 de octubre de 2009

Carnaval

Llama emergente. Asciende desde mis poros. Quema los recuerdos.
Flota sobre mí y mi lecho quebradizo de polvo y piedra.
Será la denzura del humo que me hace ver danzantes ígneos colgados de mis muros...
Serán los movimientos ilusorios de mis nervios por debajo de mi piel los que me hacen unirme a su danza sonriente de dolor.
Tu y yo cayendo de pronto otra vez...se ha convertido en nuestro ritual.
Déjame aterrizar en tus muslos...
Déjame aterrizar en el horizonte...
¡Dejémonos de letargos y despertemos al festival de la carne!
¡Carnaval! ¡Carnaval! ¡Carnaval! ¡Carnaval! ¡Carnaval! ¡Carnaval!
Carnaval eterno y nocturno, despliegue de los sentidos y la locura.
Que el delirio se sacie en nuestras cabezas y el deseo se ahogue en nuestra sangre vertida en el cuerpo del otro como ofrenda propiciatoria y anuladora del pudor...
Ya sea nuestro aliado silencioso el monte sempiterno y nos envuelva en sus entrañas sagradas, en la cueva del sueño, de donde las generaciones brotan como flores al amanecer
modeladas en el barro primigenio y cocidas en el fuego de la pasión y del dolor...de la muerte y la pasión...de la locura y la razón...

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Carnaval

Llama emergente. Asciende desde mis poros. Quema los recuerdos.
Flota sobre mí y mi lecho quebradizo de polvo y piedra.
Será la denzura del humo que me hace ver danzantes ígneos colgados de mis muros...
Serán los movimientos ilusorios de mis nervios por debajo de mi piel los que me hacen unirme a su danza sonriente de dolor.
Tu y yo cayendo de pronto otra vez...se ha convertido en nuestro ritual.
Déjame aterrizar en tus muslos...
Déjame aterrizar en el horizonte...
¡Dejémonos de letargos y despertemos al festival de la carne!
¡Carnaval! ¡Carnaval! ¡Carnaval! ¡Carnaval! ¡Carnaval! ¡Carnaval!
Carnaval eterno y nocturno, despliegue de los sentidos y la locura.
Que el delirio se sacie en nuestras cabezas y el deseo se ahogue en nuestra sangre vertida en el cuerpo del otro como ofrenda propiciatoria y anuladora del pudor...
Ya sea nuestro aliado silencioso el monte sempiterno y nos envuelva en sus entrañas sagradas, en la cueva del sueño, de donde las generaciones brotan como flores al amanecer
modeladas en el barro primigenio y cocidas en el fuego de la pasión y del dolor...de la muerte y la pasión...de la locura y la razón...

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domingo, 11 de octubre de 2009

Séptima estrella...


Siete años atrás

Cuaderno de notas (11 de Octubre: El Día del Dragón)

En ese momento, algo obstruyó la escatológica vista que me mantenía hipnotizado. Una sombra. Una sombra colosal cubrió la Luna y sus estrellas. Una sombra con alas titánicas.
Ahogué un grito en mi garganta y corrí hacia Espadas quien parecía haber visto lo mismo que yo.
Giró rápidamente mientras se guardaba algo en la gabardina que llevaba puesta todo el tiempo. Me tomó por el brazo y me dijo:
-Si no salimos de aquí pronto...- pero no terminó la frase. Se limitó a mirarme muy profundamente y a conducirme hacia la cochera donde esperaba una camioneta color tinto.
Abriendo la puerta casi me arrojó dentro en el lugar del chofer y se sentó en el asiento posterior.
-¡Conduzca! No se preocupe por nada. Acelere. Tenemos que salir de la ciudad por la entrada norte. ¡Ya!
Encendí el auto y pronto íbamos de camino a la salida de la ciudad.
-¡¿Qué demonios pasa?!- grité absolutamente desesperado.
-Ahora usa bien el término- se limitó a decir lo cual primero me hizo enojar y después palidecer -Han venido por nosotros.
Decidí ya no decir nada. Quería cerrar los ojos y dejarme caer en los brazos del silencio ensordecedor de la noche. Abrirlos después y encontrar todo como lo había dejado hacía apenas unos días.
Mientras tanto, Espadas iba como dormido en la parte de atrás. Pero algo me dijo que estaría haciendo cualquier cosa menos dormir así que no dije nada.
De repente vi como una sombra un poco delante de nosotros. Miré hacia arriba solo para encontrar un enorme pedazo de roca que venía directo a nosotros desde quién sabe qué condenada altura.
Torcí el volante con violencia y me salí un poco del camino al tiempo que el enorme pedazo de edificio (ahora podía ver mejor) caía en la mitad del camino con un tremendo estruendo y seguido de una sacudida. A eso siguió el indescriptible y terrible chillido que provino desde el cielo muy por detrás de nosotros.
Mi sangré se detuvo por un momento en todo mi cuerpo y mis oídos zumbaban.
Hacía un rato que la destrucción era muchísimo menos generalizada. Incluso había zonas donde todo parecía apacible todavía. Y ahora sentía que les traíamos hasta sus casas la destrucción.
Espadas saltó de pronto y con trabajo se pasó al asiento del copiloto.
-Ahí. ¡Da vuelta a la derecha!
Lo hice. Desembocamos en una amplísima avenida flanqueada por edificios altos. Y, al poco tiempo de conducir por ésta, salió a nuestro encuentro un dragón descomunal de color negro y ojos rojos como la sangre...

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Séptima estrella...


Siete años atrás

Cuaderno de notas (11 de Octubre: El Día del Dragón)

En ese momento, algo obstruyó la escatológica vista que me mantenía hipnotizado. Una sombra. Una sombra colosal cubrió la Luna y sus estrellas. Una sombra con alas titánicas.
Ahogué un grito en mi garganta y corrí hacia Espadas quien parecía haber visto lo mismo que yo.
Giró rápidamente mientras se guardaba algo en la gabardina que llevaba puesta todo el tiempo. Me tomó por el brazo y me dijo:
-Si no salimos de aquí pronto...- pero no terminó la frase. Se limitó a mirarme muy profundamente y a conducirme hacia la cochera donde esperaba una camioneta color tinto.
Abriendo la puerta casi me arrojó dentro en el lugar del chofer y se sentó en el asiento posterior.
-¡Conduzca! No se preocupe por nada. Acelere. Tenemos que salir de la ciudad por la entrada norte. ¡Ya!
Encendí el auto y pronto íbamos de camino a la salida de la ciudad.
-¡¿Qué demonios pasa?!- grité absolutamente desesperado.
-Ahora usa bien el término- se limitó a decir lo cual primero me hizo enojar y después palidecer -Han venido por nosotros.
Decidí ya no decir nada. Quería cerrar los ojos y dejarme caer en los brazos del silencio ensordecedor de la noche. Abrirlos después y encontrar todo como lo había dejado hacía apenas unos días.
Mientras tanto, Espadas iba como dormido en la parte de atrás. Pero algo me dijo que estaría haciendo cualquier cosa menos dormir así que no dije nada.
De repente vi como una sombra un poco delante de nosotros. Miré hacia arriba solo para encontrar un enorme pedazo de roca que venía directo a nosotros desde quién sabe qué condenada altura.
Torcí el volante con violencia y me salí un poco del camino al tiempo que el enorme pedazo de edificio (ahora podía ver mejor) caía en la mitad del camino con un tremendo estruendo y seguido de una sacudida. A eso siguió el indescriptible y terrible chillido que provino desde el cielo muy por detrás de nosotros.
Mi sangré se detuvo por un momento en todo mi cuerpo y mis oídos zumbaban.
Hacía un rato que la destrucción era muchísimo menos generalizada. Incluso había zonas donde todo parecía apacible todavía. Y ahora sentía que les traíamos hasta sus casas la destrucción.
Espadas saltó de pronto y con trabajo se pasó al asiento del copiloto.
-Ahí. ¡Da vuelta a la derecha!
Lo hice. Desembocamos en una amplísima avenida flanqueada por edificios altos. Y, al poco tiempo de conducir por ésta, salió a nuestro encuentro un dragón descomunal de color negro y ojos rojos como la sangre...

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miércoles, 7 de octubre de 2009

La eternidad puede esperar

Sombras que se dilucidan sobre tu espalda
observando por la ventana, bailan al ritmo de los tambores de guerra y
la melodía la completan los demonios que cantan ocultos en la noche.
Levanta la mirada que la negación espera riendo entre dientes
y tomándote por la camisa para que observes su faz de sonrisa descarnada.
Camino escoltado por acantilados hacia la tierra onírica donde los atardeceres se prolongan por días y las ruinas fantásticas de tiempos olvidados se yerguen tercas en su lucha contra el tiempo...cada día que pasa es otra batalla ganada.
Para nosotros, aquí sentados, la eternidad puede esperar.
Si al final somos estatuas labradas de la misma piedra
y la erosión nos ha borrado el rostro y la identidad
¿que más da que reventemos en una nube de sal y polvo y nos dejemos conducir por el viento que acompaña a los demonios en su cántico nocturno?
La eternidad puede esperar.
Y no nos detendrán los titanes apostados frente al camino.
Ya con la vista fija en el horizonte
¡que se astillen las rocas antiguas a nuestro paso
y las mareas más profundas hiervan en ansiedad espumosa!
Si al final somos demonios que cantan a la luna y observan dentro del refugio del ser donde las formas se confunden en eterna pasión irracional...la eternidad puede esperar.

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La eternidad puede esperar

Sombras que se dilucidan sobre tu espalda
observando por la ventana, bailan al ritmo de los tambores de guerra y
la melodía la completan los demonios que cantan ocultos en la noche.
Levanta la mirada que la negación espera riendo entre dientes
y tomándote por la camisa para que observes su faz de sonrisa descarnada.
Camino escoltado por acantilados hacia la tierra onírica donde los atardeceres se prolongan por días y las ruinas fantásticas de tiempos olvidados se yerguen tercas en su lucha contra el tiempo...cada día que pasa es otra batalla ganada.
Para nosotros, aquí sentados, la eternidad puede esperar.
Si al final somos estatuas labradas de la misma piedra
y la erosión nos ha borrado el rostro y la identidad
¿que más da que reventemos en una nube de sal y polvo y nos dejemos conducir por el viento que acompaña a los demonios en su cántico nocturno?
La eternidad puede esperar.
Y no nos detendrán los titanes apostados frente al camino.
Ya con la vista fija en el horizonte
¡que se astillen las rocas antiguas a nuestro paso
y las mareas más profundas hiervan en ansiedad espumosa!
Si al final somos demonios que cantan a la luna y observan dentro del refugio del ser donde las formas se confunden en eterna pasión irracional...la eternidad puede esperar.

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lunes, 5 de octubre de 2009

Séptima estrella...

Siete años atrás...

Cuaderno de notas (la Cuarta Luna - el comienzo de todo)

-Aún no espero que comprenda lo que le acabo de decir...pero si hay algo que quiero que comprenda es que se encuentra ahora en un grave riesgo y debo ponerlo a salvo- dijo y se puso de pie de un salto, tocó su pecho por un momento y sentí la ansiedad temblándole en la voz.
Me puse de pie pero no atiné a decir nada ni a dar un paso concreto. Mi cerebro estaba en blanco...prefería no pensar nada ya que de lo contrario sentía que me estallaría la cabeza. Fue entonces que me di cuenta que en realidad la cabeza empezaba a amenazarme con estallar. Casi me desmayo. Espadas me tomó ágilmente y pasando un brazo por mi espalda me llevó consigo por un rumbo que no pude observar. Luego no supe más.
Al abrir los ojos me me encontré en un cuarto sin ventanas y un profundo olor a humedad...un sótano, supuse. Me senté en el sillón que me servía de cama y busqué a Espadas. Al poco salió de un pequeño cuarto bajo las escaleras de acceso con una pequeña televisión de baterías. La encendió y le puso en las noticias que mostraban imágenes de algún desastre natural.
-¿Qué rayos...?
-Se desmayó. Usted es más receptivo de lo que pensé. Estaban acercándose a la ciudad, en eso se desmayó. Lo traje al único lugar seguro de la ciudad. Por poco y dan con usted antes que yo.
-¿Qué?
-Hoy, es la noche de la Cuarta Luna. No le molestaré tratando de explicarle la complicada alineación estelar que implica, sólo le diré que unas 37 estrellas se alinean al rededor de la Luna llena formando una constelación junto con esta. Esto sólo ha ocurrido 4 veces en la historia...humana cuando menos.
"En fin, lo peligroso es que en este momento los entes que ya le mencionaba recobran un poco más de su poder y las filas de sus seguidores se multiplican considerablemente. Me temo que han atacado la ciudad apenas entramos aquí. ¡Estúpido aparato!- gritó inesperadamente y dio una patada a la televisión que parecía haber dejado de funcionar -Tendremos que esperar a que pase la Cuarta Luna para poder salir.
Me volví a recostar en el sillón y, antes de caer dormido de nuevo, escuché el rumor de la ciudad que decididamente era diferente. Era como si la ciudad completa gritara pidiendo auxilio.
Al despertar no pude evitar sorprenderme menos que la vez anterior al no hallarme seguro y solo en mi casa.
Me levanté y vi que la puerta a la que conducían las escaleras estaba abierta y revelaba una noche profunda y sin nubes iluminada por las luces de la calle.
Pero cuando hube alcanzado el umbral de la puerta me quedé allí sin poder dar un paso más, pese a que Espadas estaba afuera escarbando entre los restos de la casa que debió haber estado ayer al lado de la de Espadas.
Miré al rededor pero no tenía caso. Todas las casas al frente de donde estaba yo en el umbral habían sido arrasadas aparentemente por un tornado o algo así. Y en un contraste que ahora me parece ridículamente irónico, sobre la línea del horizonte se podía observar a la Luna llena, descomunal y de color rojo, rodeada por numerosos destellos.
Una imagen indescriptiblemente bella coronando una escena de total desolación...


Ésta entrada va dedicada a Ozeloziua...
Más allá de todo lenguaje humano...
Cuatro lunas ...
Y las que vienen...

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Siete años atrás...

Cuaderno de notas (la Cuarta Luna - el comienzo de todo)

-Aún no espero que comprenda lo que le acabo de decir...pero si hay algo que quiero que comprenda es que se encuentra ahora en un grave riesgo y debo ponerlo a salvo- dijo y se puso de pie de un salto, tocó su pecho por un momento y sentí la ansiedad temblándole en la voz.
Me puse de pie pero no atiné a decir nada ni a dar un paso concreto. Mi cerebro estaba en blanco...prefería no pensar nada ya que de lo contrario sentía que me estallaría la cabeza. Fue entonces que me di cuenta que en realidad la cabeza empezaba a amenazarme con estallar. Casi me desmayo. Espadas me tomó ágilmente y pasando un brazo por mi espalda me llevó consigo por un rumbo que no pude observar. Luego no supe más.
Al abrir los ojos me me encontré en un cuarto sin ventanas y un profundo olor a humedad...un sótano, supuse. Me senté en el sillón que me servía de cama y busqué a Espadas. Al poco salió de un pequeño cuarto bajo las escaleras de acceso con una pequeña televisión de baterías. La encendió y le puso en las noticias que mostraban imágenes de algún desastre natural.
-¿Qué rayos...?
-Se desmayó. Usted es más receptivo de lo que pensé. Estaban acercándose a la ciudad, en eso se desmayó. Lo traje al único lugar seguro de la ciudad. Por poco y dan con usted antes que yo.
-¿Qué?
-Hoy, es la noche de la Cuarta Luna. No le molestaré tratando de explicarle la complicada alineación estelar que implica, sólo le diré que unas 37 estrellas se alinean al rededor de la Luna llena formando una constelación junto con esta. Esto sólo ha ocurrido 4 veces en la historia...humana cuando menos.
"En fin, lo peligroso es que en este momento los entes que ya le mencionaba recobran un poco más de su poder y las filas de sus seguidores se multiplican considerablemente. Me temo que han atacado la ciudad apenas entramos aquí. ¡Estúpido aparato!- gritó inesperadamente y dio una patada a la televisión que parecía haber dejado de funcionar -Tendremos que esperar a que pase la Cuarta Luna para poder salir.
Me volví a recostar en el sillón y, antes de caer dormido de nuevo, escuché el rumor de la ciudad que decididamente era diferente. Era como si la ciudad completa gritara pidiendo auxilio.
Al despertar no pude evitar sorprenderme menos que la vez anterior al no hallarme seguro y solo en mi casa.
Me levanté y vi que la puerta a la que conducían las escaleras estaba abierta y revelaba una noche profunda y sin nubes iluminada por las luces de la calle.
Pero cuando hube alcanzado el umbral de la puerta me quedé allí sin poder dar un paso más, pese a que Espadas estaba afuera escarbando entre los restos de la casa que debió haber estado ayer al lado de la de Espadas.
Miré al rededor pero no tenía caso. Todas las casas al frente de donde estaba yo en el umbral habían sido arrasadas aparentemente por un tornado o algo así. Y en un contraste que ahora me parece ridículamente irónico, sobre la línea del horizonte se podía observar a la Luna llena, descomunal y de color rojo, rodeada por numerosos destellos.
Una imagen indescriptiblemente bella coronando una escena de total desolación...


Ésta entrada va dedicada a Ozeloziua...
Más allá de todo lenguaje humano...
Cuatro lunas ...
Y las que vienen...

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Siete años atrás...

Cuaderno de notas (el comienzo de todo)

Ni siquiera tiene objeto decir lo ofuscado que me sentí de camino al parque. El reloj marcaba las 3:57 p.m.
Pero esta vez no fue como la anterior. Pude verlo acercarse lentamente por la acera de enfrente mirando al suelo en todo momento; incluso al cruzar la calle.
Se sentó a mi lado con parsimonia y pude observar que en realidad llevaba lentes redondos y oscuros y una barba que no había rasurado en 4 días aproximadamente.
Inesperadamente levantó su rostro (el cual no describiré tanto porque me resulta francamente imposible como porque si lo intentase probablemente no lograría transmitir el "aura" que el solo verlo me provocaba escalofríos y una cierta ansiedad) y me miró desde debajo de sus lentes oscuros:
-Estamos en guerra. Una guerra que difícilmente podemos ganar.
Hizo un silencio desmesuradamente largo y luego añadió:
-Pero existen algunas pequeñas oportunidades que debemos aprovechar antes que sea tarde...
Repitió el largo silencio de antes como esperando a que yo dijera algo, aunque me limité asentir con la cabeza. No quería decir nada hasta que hubiera terminado su explicación:
-Y usted sería una pieza clave para alcanzar éstas oportunidades.
-¿Cómo?
-Llevándonos hasta ellas. Ya se lo dije por teléfono: Háganos llegar a M'tneth lo antes posible. El enemigo se moviliza y rastrea casi todos nuestros movimientos.
-Yo no sé cómo llegar a...a ese lugar que dice.
-Oh, claro que lo sabe, sólo que no tiene idea que la dirección está grabada ahí en su mente y hasta en su código genético...No se preocupe ya que de aceptar comprenderá usted mejor.
-Antes de seguir con su discurso acláreme, ¿quién es el enemigo, según ustedes?
-Esa es la verdadera primer pregunta que debió hacer. Ahí es donde radica todo esto y a su vez me temo que es la pregunta más difícil de contestar...cuando menos de manera que pueda usted comprenderla o creerla.
-¡Inténtelo!
-De acuerdo- dijo y miró a ambos lados para cerciorarse que nadie escuchara -pero será más indigerible de lo que usted cree.
"Este mundo- prosiguió bajando aún más su tono lo cual lo hizo sonar casi como una vibración inaudible- es regido por fuerzas más allá de su imaginación, seres de pesadilla que reptan por la tierra y se sumergen en los abismos más profundos del mar. Estos seres son presos ancestrales procedentes de un tiempo anterior al Sol y su sistema. No son extraterrestres en el sentido coloquial. Son seres que provienen de más allá de los tiempos pensables y que una vez conformaban el Caos primordial que reinaba en el Universo.
No pude comprender al momento la magnitud de lo que acababa de decirme, me limité a tratar de imaginar una cosa semejante y fue ahí que comencé a comprender algunas cosas de mi pasado. Pero con un carraspeo me sacó de mi ensimismamiento y continuó:
-Debe usted saber que éstas fuerzas no son lo que comprendemos como "malas o buenas". Son entes que pretenden volver al Caos primigenio del que brotó el Universo.
"Tienen capacidades psíquicas inimaginables. Son capaces, desde sus prisiones antiguas, de hacer que sus lacayos (tanto humanos como no humanos) hagan ciegamente lo que se les ordena.
-...Pero...¿por qué?...¿por qué ahora?
-Las fuerzas que los han mantenido encerrados en este mundo se están agotando. Las estrellas están próximas a estar correctas en el cielo lo cual romperá sus cerraduras y podrán convertir todo en caos informe. Han comenzado a mover sus piezas para preparar su regreso. Y usted amigo es una de las llaves transmitidas de generación en generación para que accedamos a los lugares olvidados donde fueron escondidos los secretos que los mantendrán presos otra eternidad...



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Siete años atrás...

Cuaderno de notas (el comienzo de todo)

Ni siquiera tiene objeto decir lo ofuscado que me sentí de camino al parque. El reloj marcaba las 3:57 p.m.
Pero esta vez no fue como la anterior. Pude verlo acercarse lentamente por la acera de enfrente mirando al suelo en todo momento; incluso al cruzar la calle.
Se sentó a mi lado con parsimonia y pude observar que en realidad llevaba lentes redondos y oscuros y una barba que no había rasurado en 4 días aproximadamente.
Inesperadamente levantó su rostro (el cual no describiré tanto porque me resulta francamente imposible como porque si lo intentase probablemente no lograría transmitir el "aura" que el solo verlo me provocaba escalofríos y una cierta ansiedad) y me miró desde debajo de sus lentes oscuros:
-Estamos en guerra. Una guerra que difícilmente podemos ganar.
Hizo un silencio desmesuradamente largo y luego añadió:
-Pero existen algunas pequeñas oportunidades que debemos aprovechar antes que sea tarde...
Repitió el largo silencio de antes como esperando a que yo dijera algo, aunque me limité asentir con la cabeza. No quería decir nada hasta que hubiera terminado su explicación:
-Y usted sería una pieza clave para alcanzar éstas oportunidades.
-¿Cómo?
-Llevándonos hasta ellas. Ya se lo dije por teléfono: Háganos llegar a M'tneth lo antes posible. El enemigo se moviliza y rastrea casi todos nuestros movimientos.
-Yo no sé cómo llegar a...a ese lugar que dice.
-Oh, claro que lo sabe, sólo que no tiene idea que la dirección está grabada ahí en su mente y hasta en su código genético...No se preocupe ya que de aceptar comprenderá usted mejor.
-Antes de seguir con su discurso acláreme, ¿quién es el enemigo, según ustedes?
-Esa es la verdadera primer pregunta que debió hacer. Ahí es donde radica todo esto y a su vez me temo que es la pregunta más difícil de contestar...cuando menos de manera que pueda usted comprenderla o creerla.
-¡Inténtelo!
-De acuerdo- dijo y miró a ambos lados para cerciorarse que nadie escuchara -pero será más indigerible de lo que usted cree.
"Este mundo- prosiguió bajando aún más su tono lo cual lo hizo sonar casi como una vibración inaudible- es regido por fuerzas más allá de su imaginación, seres de pesadilla que reptan por la tierra y se sumergen en los abismos más profundos del mar. Estos seres son presos ancestrales procedentes de un tiempo anterior al Sol y su sistema. No son extraterrestres en el sentido coloquial. Son seres que provienen de más allá de los tiempos pensables y que una vez conformaban el Caos primordial que reinaba en el Universo.
No pude comprender al momento la magnitud de lo que acababa de decirme, me limité a tratar de imaginar una cosa semejante y fue ahí que comencé a comprender algunas cosas de mi pasado. Pero con un carraspeo me sacó de mi ensimismamiento y continuó:
-Debe usted saber que éstas fuerzas no son lo que comprendemos como "malas o buenas". Son entes que pretenden volver al Caos primigenio del que brotó el Universo.
"Tienen capacidades psíquicas inimaginables. Son capaces, desde sus prisiones antiguas, de hacer que sus lacayos (tanto humanos como no humanos) hagan ciegamente lo que se les ordena.
-...Pero...¿por qué?...¿por qué ahora?
-Las fuerzas que los han mantenido encerrados en este mundo se están agotando. Las estrellas están próximas a estar correctas en el cielo lo cual romperá sus cerraduras y podrán convertir todo en caos informe. Han comenzado a mover sus piezas para preparar su regreso. Y usted amigo es una de las llaves transmitidas de generación en generación para que accedamos a los lugares olvidados donde fueron escondidos los secretos que los mantendrán presos otra eternidad...



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sábado, 3 de octubre de 2009

Séptima estrella...

Siete años atrás...
Cuaderno de notas (el comienzo de todo)

En aquellos momentos mis pensamientos se detuvieron abruptamente y vino a mi, mas que imágenes, una multitud de sonidos ininteligibles que comenzaron a hacer que me mareara. Me senté al ver ya como una ridiculez el intentar alcanzar a ese ente extraño que ya se había esfumado a la vuelta de la esquina.
Esa noche no dormí (como siempre me ha pasado) debido a que me venían a la mente imágenes de lugares que desconocía en las que predominaban los paisajes de ruinas ciclópeas enclavados en densas selvas bajo cielos de colores vívidos y extraños.
Tras estas visiones despertaba acalorado en medio de la noche y con náuseas y un incipiente dolor de cabeza que amenazaba con crecer.
Pasó pues la noche, lenta y tortuosamente y terminó cuando pude ver los rayos del sol cortando la niebla como un cuchillo rebana la carne.
Me senté sobre la cama y miré el teléfono de la mesa de noche...Aquello carecía de sentido para mí...pero algo muy oculto en mí me molestaba...Me levanté y casi con furia tomé el teléfono y marqué.
Con esa voz gutural como reverberación de una gruta contestó el hombre del parque:
-Sabía que llamaría. Sólo que le tomó más de lo que supuse.
-¿Quién demonios es usted?- respondí casi en un grito.
-¡No utilice términos que no comprende! Soy cualquier cosa menos un demonio- dijo enfático pero tranquilo a la vez -Por otro lado, para contestar a su pregunta le diré que puede llamarme por mi apellido: Espadas. Y le he estado buscando desde hace unos años.
-¿A mí? ¡Mire que si esto se trata de...!
-¡No se confunda, carajo! ¿Acaso no ha soñado alguna vez con las ruinas imposibles de ciudades perdidas en mundos ajenos al que conocemos? ¿No ha sentido voces en su cabeza que poco a poco le hacen creer que no hay nada más que desolación en el futuro de la raza humana?
A ésto último no pude contestar y me limité a jadear por la repentina falta de aire.
-Tomaré su silencio como una afirmación. Y sepa usted que no es algo aleatorio ni que es el único que sufre de estos episodios. Yo por ejemplo los sufro también. La diferencia es que Yo y algunos más sabemos la terrible razón que yace detrás de este y otros fenómenos aún más terribles y necesitamos de usted.
-¿Me...me necesitan? ¿Para qué?
-Necesitamos que nos lleve a cierto lugar. Incluso es probable que escuchara el nombre en alguno de sus sueños: M'tneth (es la única traducción fonética que se me ocurre para el inhumano sonido que emitió)
Me quedé atónito cuando hubo "dicho" esa palabra (o sonido) pues efectivamente la escuchaba con regularidad en mis sueños, a manera de un cántico que me revolvía las ideas y el estómago. En esto estaba cuando de repente agregó:
-Créame, esto no es nada. Usted tiene mucho que escuchar, ya sea que lo crea o no. Mi misión es hacerle saber a usted la verdad. Lo que haga después que se la haya comunicado es su decisión. Véame en el parque a las 4 p.m.
Colgó, y yo, aturdido, me dispuse a desayunar algo ahora que la náusea había cedido.

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Siete años atrás...
Cuaderno de notas (el comienzo de todo)

En aquellos momentos mis pensamientos se detuvieron abruptamente y vino a mi, mas que imágenes, una multitud de sonidos ininteligibles que comenzaron a hacer que me mareara. Me senté al ver ya como una ridiculez el intentar alcanzar a ese ente extraño que ya se había esfumado a la vuelta de la esquina.
Esa noche no dormí (como siempre me ha pasado) debido a que me venían a la mente imágenes de lugares que desconocía en las que predominaban los paisajes de ruinas ciclópeas enclavados en densas selvas bajo cielos de colores vívidos y extraños.
Tras estas visiones despertaba acalorado en medio de la noche y con náuseas y un incipiente dolor de cabeza que amenazaba con crecer.
Pasó pues la noche, lenta y tortuosamente y terminó cuando pude ver los rayos del sol cortando la niebla como un cuchillo rebana la carne.
Me senté sobre la cama y miré el teléfono de la mesa de noche...Aquello carecía de sentido para mí...pero algo muy oculto en mí me molestaba...Me levanté y casi con furia tomé el teléfono y marqué.
Con esa voz gutural como reverberación de una gruta contestó el hombre del parque:
-Sabía que llamaría. Sólo que le tomó más de lo que supuse.
-¿Quién demonios es usted?- respondí casi en un grito.
-¡No utilice términos que no comprende! Soy cualquier cosa menos un demonio- dijo enfático pero tranquilo a la vez -Por otro lado, para contestar a su pregunta le diré que puede llamarme por mi apellido: Espadas. Y le he estado buscando desde hace unos años.
-¿A mí? ¡Mire que si esto se trata de...!
-¡No se confunda, carajo! ¿Acaso no ha soñado alguna vez con las ruinas imposibles de ciudades perdidas en mundos ajenos al que conocemos? ¿No ha sentido voces en su cabeza que poco a poco le hacen creer que no hay nada más que desolación en el futuro de la raza humana?
A ésto último no pude contestar y me limité a jadear por la repentina falta de aire.
-Tomaré su silencio como una afirmación. Y sepa usted que no es algo aleatorio ni que es el único que sufre de estos episodios. Yo por ejemplo los sufro también. La diferencia es que Yo y algunos más sabemos la terrible razón que yace detrás de este y otros fenómenos aún más terribles y necesitamos de usted.
-¿Me...me necesitan? ¿Para qué?
-Necesitamos que nos lleve a cierto lugar. Incluso es probable que escuchara el nombre en alguno de sus sueños: M'tneth (es la única traducción fonética que se me ocurre para el inhumano sonido que emitió)
Me quedé atónito cuando hubo "dicho" esa palabra (o sonido) pues efectivamente la escuchaba con regularidad en mis sueños, a manera de un cántico que me revolvía las ideas y el estómago. En esto estaba cuando de repente agregó:
-Créame, esto no es nada. Usted tiene mucho que escuchar, ya sea que lo crea o no. Mi misión es hacerle saber a usted la verdad. Lo que haga después que se la haya comunicado es su decisión. Véame en el parque a las 4 p.m.
Colgó, y yo, aturdido, me dispuse a desayunar algo ahora que la náusea había cedido.

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