jueves, 28 de enero de 2010

Séptima estrella...

Siete años atrás
Cuaderno de notas (en el refugio en las montañas)

El viaje que prosiguió a tal episodio no lo recuerdo ya que caí en un confuso sueño donde me sentía observado por los innumerables ojos que eran las estrellas del cielo nocturno en medio de un paraje sin horizontes y, aparentemente, sin tiempo.
Al despertar una sensación abrumadora de asco se apoderó de mi, a tal grado que no repare en mi alrededor hasta que hube abierto los ojos unos minutos después.
Me encontraba en una casa vieja y derruida. Parecía que los estragos del abandono habían comenzado a hacer presa de sus paredes y pisos de madera, otrora lustrosos. El bosque que se podía observar a través de las ventanas sin vidrios era de árboles muy altos que dejaban pasar sólo algunos rayos pálidos y grises del sol del amanecer.
Tardé en darme cuenta que hacía un frío terrible.
Espadas se encontraba sentado en uno de los raídos muebles de la sala que se abría frente a mí donde también parecían esperar los dos hombres que acompañaban a la mujer. Pero a ella no la veía por ningún lado.
Uno de los hombres, el más corpulento y de corte de cabello militar, masculló algo para sí cuando me acerqué a donde se encontraban.
-¿Cuánto tiempo estaremos seguros aquí?- prorrumpió Espadas súbitamente.
-Ni idea. No más de una semana- le contestó el otro, más delgado, de cabello castaño obscuro y rasgos afilados como de mantis.
-¿Qué haremos hasta entonces?- preguntó el primero con voz tan grave que creí sentir como la casa entera vibraba -No dejarán de buscarnos. En cuanto crucemos los límites del bosque...-no terminó la oración. En todo caso se limitó a mirar por uno de los huecos de la ventana.
-¿Y qué te hace pensar que aquí estamos completamente a salvo?- atacó Espadas con su tono fuerte y agresivo que ya comenzaba a hacérseme habitual.
-¡Nada! ¡Ese es el problema! Podríamos sentarnos aquí para que en cualquier momento nos cayeran en hordas por sorpresa.
-Tú- súbitamente todos volteamos hacia la puerta que comunicaba la sala con el bosque que parecía interminable- Ven acá- me indicó la mujer con un ademán severo.
La seguí mecánicamente hacia el bosque donde pude comprobar que el aire que llenaba la casa no era para nada el mismo que se podía respirar en el exterior. Llené mis pulmones con aire frío y cargado de un olor similar al del pino. Esto me reanimó un poco y calmó del todo las vueltas que seguía dando mi estómago cada tanto.
La seguí hacia un par de troncos cortados a espaldas de la casa. No pude concentrarme en otro aspecto de ella mas que en su cabello rojo. Simplemente rojo. Increíblemente rojo. Rojo.
Tomó asiento en uno de los troncos y me indicó que la imitara.
El viento soplaba parsimoniosamente y arrancaba de las ramas y las hojas de los árboles una sinfonía gastada y melancólica de crujidos, silbidos y aullidos. Era como si el aire circundante estuviera plagado de criaturas invisibles. Por alguna razón esto ya no me sonó tan descabellado como lo hubiera hecho hace unos días.
-Ni siquiera a estas alturas te daré demasiados detalles. Eso te lo tendrás que ganar- No dejaba de mirar en derredor con sus ojos súbitamente azules. -Por lo pronto debes saber que con nosotros estás más seguro que en casi cualquier otro lugar. Pero igualmente esa protección y seguridad te los tienes que ganar.
-¿Y cómo se supone que me los gane?
-Todos tenemos alguna habilidad, algo en lo que somos los únicos o los mejores. Ya encontraremos para qué eres útil. Espadas está convencido que eres una pieza clave en este juego- Y dicho esto soltó una risotada que hizo volar a algunos pájaros que estaban apostados en las ramas de los árboles cercanos. Después, sin más, se puso en pie. Me dio la espalda un momento mirándome de soslayo para finalmente entrar en la casa dejándome detrás con una única imagen en la mente: su cabello rojo.

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Séptima estrella...

Siete años atrás
Cuaderno de notas (en el refugio en las montañas)

El viaje que prosiguió a tal episodio no lo recuerdo ya que caí en un confuso sueño donde me sentía observado por los innumerables ojos que eran las estrellas del cielo nocturno en medio de un paraje sin horizontes y, aparentemente, sin tiempo.
Al despertar una sensación abrumadora de asco se apoderó de mi, a tal grado que no repare en mi alrededor hasta que hube abierto los ojos unos minutos después.
Me encontraba en una casa vieja y derruida. Parecía que los estragos del abandono habían comenzado a hacer presa de sus paredes y pisos de madera, otrora lustrosos. El bosque que se podía observar a través de las ventanas sin vidrios era de árboles muy altos que dejaban pasar sólo algunos rayos pálidos y grises del sol del amanecer.
Tardé en darme cuenta que hacía un frío terrible.
Espadas se encontraba sentado en uno de los raídos muebles de la sala que se abría frente a mí donde también parecían esperar los dos hombres que acompañaban a la mujer. Pero a ella no la veía por ningún lado.
Uno de los hombres, el más corpulento y de corte de cabello militar, masculló algo para sí cuando me acerqué a donde se encontraban.
-¿Cuánto tiempo estaremos seguros aquí?- prorrumpió Espadas súbitamente.
-Ni idea. No más de una semana- le contestó el otro, más delgado, de cabello castaño obscuro y rasgos afilados como de mantis.
-¿Qué haremos hasta entonces?- preguntó el primero con voz tan grave que creí sentir como la casa entera vibraba -No dejarán de buscarnos. En cuanto crucemos los límites del bosque...-no terminó la oración. En todo caso se limitó a mirar por uno de los huecos de la ventana.
-¿Y qué te hace pensar que aquí estamos completamente a salvo?- atacó Espadas con su tono fuerte y agresivo que ya comenzaba a hacérseme habitual.
-¡Nada! ¡Ese es el problema! Podríamos sentarnos aquí para que en cualquier momento nos cayeran en hordas por sorpresa.
-Tú- súbitamente todos volteamos hacia la puerta que comunicaba la sala con el bosque que parecía interminable- Ven acá- me indicó la mujer con un ademán severo.
La seguí mecánicamente hacia el bosque donde pude comprobar que el aire que llenaba la casa no era para nada el mismo que se podía respirar en el exterior. Llené mis pulmones con aire frío y cargado de un olor similar al del pino. Esto me reanimó un poco y calmó del todo las vueltas que seguía dando mi estómago cada tanto.
La seguí hacia un par de troncos cortados a espaldas de la casa. No pude concentrarme en otro aspecto de ella mas que en su cabello rojo. Simplemente rojo. Increíblemente rojo. Rojo.
Tomó asiento en uno de los troncos y me indicó que la imitara.
El viento soplaba parsimoniosamente y arrancaba de las ramas y las hojas de los árboles una sinfonía gastada y melancólica de crujidos, silbidos y aullidos. Era como si el aire circundante estuviera plagado de criaturas invisibles. Por alguna razón esto ya no me sonó tan descabellado como lo hubiera hecho hace unos días.
-Ni siquiera a estas alturas te daré demasiados detalles. Eso te lo tendrás que ganar- No dejaba de mirar en derredor con sus ojos súbitamente azules. -Por lo pronto debes saber que con nosotros estás más seguro que en casi cualquier otro lugar. Pero igualmente esa protección y seguridad te los tienes que ganar.
-¿Y cómo se supone que me los gane?
-Todos tenemos alguna habilidad, algo en lo que somos los únicos o los mejores. Ya encontraremos para qué eres útil. Espadas está convencido que eres una pieza clave en este juego- Y dicho esto soltó una risotada que hizo volar a algunos pájaros que estaban apostados en las ramas de los árboles cercanos. Después, sin más, se puso en pie. Me dio la espalda un momento mirándome de soslayo para finalmente entrar en la casa dejándome detrás con una única imagen en la mente: su cabello rojo.

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lunes, 21 de diciembre de 2009

Séptima estrella...

Siete años atrás
Cuaderno de notas (Salida de la ciudad)

Aún días después de nuestro encuentro fatídico con aquella criatura de pesadilla; y aún ahora en la relativa seguridad de nuestro refugio temporal en las montañas, no logro creerme del todo la forma en la que fuimos salvados Espadas y yo por este grupo de extraños (para mí cuando menos) en ese momento.
Recuerdo haber virado como me lo había indicado Espadas y habernos encontrado con la terrible bestia, la cual emitió un chillido penetrante y devastador.
Saltamos instintivamente fuera del vehículo al momento que éste quedaba convertido en una bola de fuego que se proyectó justo hacia el camino por el que habíamos llegado.
Nos pusimos en pie y cada quién corrió hacia lados opuestos dividiendo la atención del dragón, escondiéndonos tras las esquinas de algunos callejones.
Espadas, desesperado, me gritó algo que no logré comprender debido al barullo del monstruo que se acercaba lentamente a donde nos escondíamos. Creí por un momento entender que me pedía que me agachara. Luego hubo lo que debió ser el inicio de otro gran rugido seguido por una especie de flash y el sonido de una detonación.
Después vinieron las explosiones desde el interior de los edificios que flanqueaban la calle en que nos encontrábamos los cuales comenzaron a venirse abajo obligándonos a correr hacia atrás.
Los escombros ardientes cayeron lanzando llamaradas y llenando de ascuas el aire circundante. El dragón quedó sepultado bajo la reciente montaña humeante. No se escuchaba más que el crepitar del fuego y el susurro del polvo y las cenizas en el viento que, de súbito también, trajo hasta nuestros aturdidos oidos unas palabras apenas inteligibles:
-¡No se queden allí mirando! ¡Vengan!- Era una mujer seguida por un par de hombres. No pude detenerme a observar sus rasgos en ese momento. Por inercia seguí sus indicaciones al igual que Espadas que, dentro de su silencio contemplativo, parecía ya un tanto reconfortado.
Los seguimos corriendo por encima de los restos de uno de los edificios, entramos a una camioneta de las 3 que había esperando y, quemando las llantas contra el pavimento, dejamos aquella zona de desastre.
Salimos por fin de la ciudad, a más de 100 km/h. Pero ni la distancia que ya habíamos podido poner de por medio entre ésta y nosotros evitó que escucharamos de nuevo el grito fúrico de la bestia al salir de entre los escombros y emprender de nuevo el vuelo, ésta vez en una dirección desconocida...

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Séptima estrella...

Siete años atrás
Cuaderno de notas (Salida de la ciudad)

Aún días después de nuestro encuentro fatídico con aquella criatura de pesadilla; y aún ahora en la relativa seguridad de nuestro refugio temporal en las montañas, no logro creerme del todo la forma en la que fuimos salvados Espadas y yo por este grupo de extraños (para mí cuando menos) en ese momento.
Recuerdo haber virado como me lo había indicado Espadas y habernos encontrado con la terrible bestia, la cual emitió un chillido penetrante y devastador.
Saltamos instintivamente fuera del vehículo al momento que éste quedaba convertido en una bola de fuego que se proyectó justo hacia el camino por el que habíamos llegado.
Nos pusimos en pie y cada quién corrió hacia lados opuestos dividiendo la atención del dragón, escondiéndonos tras las esquinas de algunos callejones.
Espadas, desesperado, me gritó algo que no logré comprender debido al barullo del monstruo que se acercaba lentamente a donde nos escondíamos. Creí por un momento entender que me pedía que me agachara. Luego hubo lo que debió ser el inicio de otro gran rugido seguido por una especie de flash y el sonido de una detonación.
Después vinieron las explosiones desde el interior de los edificios que flanqueaban la calle en que nos encontrábamos los cuales comenzaron a venirse abajo obligándonos a correr hacia atrás.
Los escombros ardientes cayeron lanzando llamaradas y llenando de ascuas el aire circundante. El dragón quedó sepultado bajo la reciente montaña humeante. No se escuchaba más que el crepitar del fuego y el susurro del polvo y las cenizas en el viento que, de súbito también, trajo hasta nuestros aturdidos oidos unas palabras apenas inteligibles:
-¡No se queden allí mirando! ¡Vengan!- Era una mujer seguida por un par de hombres. No pude detenerme a observar sus rasgos en ese momento. Por inercia seguí sus indicaciones al igual que Espadas que, dentro de su silencio contemplativo, parecía ya un tanto reconfortado.
Los seguimos corriendo por encima de los restos de uno de los edificios, entramos a una camioneta de las 3 que había esperando y, quemando las llantas contra el pavimento, dejamos aquella zona de desastre.
Salimos por fin de la ciudad, a más de 100 km/h. Pero ni la distancia que ya habíamos podido poner de por medio entre ésta y nosotros evitó que escucharamos de nuevo el grito fúrico de la bestia al salir de entre los escombros y emprender de nuevo el vuelo, ésta vez en una dirección desconocida...

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domingo, 11 de octubre de 2009

Séptima estrella...


Siete años atrás

Cuaderno de notas (11 de Octubre: El Día del Dragón)

En ese momento, algo obstruyó la escatológica vista que me mantenía hipnotizado. Una sombra. Una sombra colosal cubrió la Luna y sus estrellas. Una sombra con alas titánicas.
Ahogué un grito en mi garganta y corrí hacia Espadas quien parecía haber visto lo mismo que yo.
Giró rápidamente mientras se guardaba algo en la gabardina que llevaba puesta todo el tiempo. Me tomó por el brazo y me dijo:
-Si no salimos de aquí pronto...- pero no terminó la frase. Se limitó a mirarme muy profundamente y a conducirme hacia la cochera donde esperaba una camioneta color tinto.
Abriendo la puerta casi me arrojó dentro en el lugar del chofer y se sentó en el asiento posterior.
-¡Conduzca! No se preocupe por nada. Acelere. Tenemos que salir de la ciudad por la entrada norte. ¡Ya!
Encendí el auto y pronto íbamos de camino a la salida de la ciudad.
-¡¿Qué demonios pasa?!- grité absolutamente desesperado.
-Ahora usa bien el término- se limitó a decir lo cual primero me hizo enojar y después palidecer -Han venido por nosotros.
Decidí ya no decir nada. Quería cerrar los ojos y dejarme caer en los brazos del silencio ensordecedor de la noche. Abrirlos después y encontrar todo como lo había dejado hacía apenas unos días.
Mientras tanto, Espadas iba como dormido en la parte de atrás. Pero algo me dijo que estaría haciendo cualquier cosa menos dormir así que no dije nada.
De repente vi como una sombra un poco delante de nosotros. Miré hacia arriba solo para encontrar un enorme pedazo de roca que venía directo a nosotros desde quién sabe qué condenada altura.
Torcí el volante con violencia y me salí un poco del camino al tiempo que el enorme pedazo de edificio (ahora podía ver mejor) caía en la mitad del camino con un tremendo estruendo y seguido de una sacudida. A eso siguió el indescriptible y terrible chillido que provino desde el cielo muy por detrás de nosotros.
Mi sangré se detuvo por un momento en todo mi cuerpo y mis oídos zumbaban.
Hacía un rato que la destrucción era muchísimo menos generalizada. Incluso había zonas donde todo parecía apacible todavía. Y ahora sentía que les traíamos hasta sus casas la destrucción.
Espadas saltó de pronto y con trabajo se pasó al asiento del copiloto.
-Ahí. ¡Da vuelta a la derecha!
Lo hice. Desembocamos en una amplísima avenida flanqueada por edificios altos. Y, al poco tiempo de conducir por ésta, salió a nuestro encuentro un dragón descomunal de color negro y ojos rojos como la sangre...

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Siete años atrás

Cuaderno de notas (11 de Octubre: El Día del Dragón)

En ese momento, algo obstruyó la escatológica vista que me mantenía hipnotizado. Una sombra. Una sombra colosal cubrió la Luna y sus estrellas. Una sombra con alas titánicas.
Ahogué un grito en mi garganta y corrí hacia Espadas quien parecía haber visto lo mismo que yo.
Giró rápidamente mientras se guardaba algo en la gabardina que llevaba puesta todo el tiempo. Me tomó por el brazo y me dijo:
-Si no salimos de aquí pronto...- pero no terminó la frase. Se limitó a mirarme muy profundamente y a conducirme hacia la cochera donde esperaba una camioneta color tinto.
Abriendo la puerta casi me arrojó dentro en el lugar del chofer y se sentó en el asiento posterior.
-¡Conduzca! No se preocupe por nada. Acelere. Tenemos que salir de la ciudad por la entrada norte. ¡Ya!
Encendí el auto y pronto íbamos de camino a la salida de la ciudad.
-¡¿Qué demonios pasa?!- grité absolutamente desesperado.
-Ahora usa bien el término- se limitó a decir lo cual primero me hizo enojar y después palidecer -Han venido por nosotros.
Decidí ya no decir nada. Quería cerrar los ojos y dejarme caer en los brazos del silencio ensordecedor de la noche. Abrirlos después y encontrar todo como lo había dejado hacía apenas unos días.
Mientras tanto, Espadas iba como dormido en la parte de atrás. Pero algo me dijo que estaría haciendo cualquier cosa menos dormir así que no dije nada.
De repente vi como una sombra un poco delante de nosotros. Miré hacia arriba solo para encontrar un enorme pedazo de roca que venía directo a nosotros desde quién sabe qué condenada altura.
Torcí el volante con violencia y me salí un poco del camino al tiempo que el enorme pedazo de edificio (ahora podía ver mejor) caía en la mitad del camino con un tremendo estruendo y seguido de una sacudida. A eso siguió el indescriptible y terrible chillido que provino desde el cielo muy por detrás de nosotros.
Mi sangré se detuvo por un momento en todo mi cuerpo y mis oídos zumbaban.
Hacía un rato que la destrucción era muchísimo menos generalizada. Incluso había zonas donde todo parecía apacible todavía. Y ahora sentía que les traíamos hasta sus casas la destrucción.
Espadas saltó de pronto y con trabajo se pasó al asiento del copiloto.
-Ahí. ¡Da vuelta a la derecha!
Lo hice. Desembocamos en una amplísima avenida flanqueada por edificios altos. Y, al poco tiempo de conducir por ésta, salió a nuestro encuentro un dragón descomunal de color negro y ojos rojos como la sangre...

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lunes, 5 de octubre de 2009

Séptima estrella...

Siete años atrás...

Cuaderno de notas (la Cuarta Luna - el comienzo de todo)

-Aún no espero que comprenda lo que le acabo de decir...pero si hay algo que quiero que comprenda es que se encuentra ahora en un grave riesgo y debo ponerlo a salvo- dijo y se puso de pie de un salto, tocó su pecho por un momento y sentí la ansiedad temblándole en la voz.
Me puse de pie pero no atiné a decir nada ni a dar un paso concreto. Mi cerebro estaba en blanco...prefería no pensar nada ya que de lo contrario sentía que me estallaría la cabeza. Fue entonces que me di cuenta que en realidad la cabeza empezaba a amenazarme con estallar. Casi me desmayo. Espadas me tomó ágilmente y pasando un brazo por mi espalda me llevó consigo por un rumbo que no pude observar. Luego no supe más.
Al abrir los ojos me me encontré en un cuarto sin ventanas y un profundo olor a humedad...un sótano, supuse. Me senté en el sillón que me servía de cama y busqué a Espadas. Al poco salió de un pequeño cuarto bajo las escaleras de acceso con una pequeña televisión de baterías. La encendió y le puso en las noticias que mostraban imágenes de algún desastre natural.
-¿Qué rayos...?
-Se desmayó. Usted es más receptivo de lo que pensé. Estaban acercándose a la ciudad, en eso se desmayó. Lo traje al único lugar seguro de la ciudad. Por poco y dan con usted antes que yo.
-¿Qué?
-Hoy, es la noche de la Cuarta Luna. No le molestaré tratando de explicarle la complicada alineación estelar que implica, sólo le diré que unas 37 estrellas se alinean al rededor de la Luna llena formando una constelación junto con esta. Esto sólo ha ocurrido 4 veces en la historia...humana cuando menos.
"En fin, lo peligroso es que en este momento los entes que ya le mencionaba recobran un poco más de su poder y las filas de sus seguidores se multiplican considerablemente. Me temo que han atacado la ciudad apenas entramos aquí. ¡Estúpido aparato!- gritó inesperadamente y dio una patada a la televisión que parecía haber dejado de funcionar -Tendremos que esperar a que pase la Cuarta Luna para poder salir.
Me volví a recostar en el sillón y, antes de caer dormido de nuevo, escuché el rumor de la ciudad que decididamente era diferente. Era como si la ciudad completa gritara pidiendo auxilio.
Al despertar no pude evitar sorprenderme menos que la vez anterior al no hallarme seguro y solo en mi casa.
Me levanté y vi que la puerta a la que conducían las escaleras estaba abierta y revelaba una noche profunda y sin nubes iluminada por las luces de la calle.
Pero cuando hube alcanzado el umbral de la puerta me quedé allí sin poder dar un paso más, pese a que Espadas estaba afuera escarbando entre los restos de la casa que debió haber estado ayer al lado de la de Espadas.
Miré al rededor pero no tenía caso. Todas las casas al frente de donde estaba yo en el umbral habían sido arrasadas aparentemente por un tornado o algo así. Y en un contraste que ahora me parece ridículamente irónico, sobre la línea del horizonte se podía observar a la Luna llena, descomunal y de color rojo, rodeada por numerosos destellos.
Una imagen indescriptiblemente bella coronando una escena de total desolación...


Ésta entrada va dedicada a Ozeloziua...
Más allá de todo lenguaje humano...
Cuatro lunas ...
Y las que vienen...

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Siete años atrás...

Cuaderno de notas (la Cuarta Luna - el comienzo de todo)

-Aún no espero que comprenda lo que le acabo de decir...pero si hay algo que quiero que comprenda es que se encuentra ahora en un grave riesgo y debo ponerlo a salvo- dijo y se puso de pie de un salto, tocó su pecho por un momento y sentí la ansiedad temblándole en la voz.
Me puse de pie pero no atiné a decir nada ni a dar un paso concreto. Mi cerebro estaba en blanco...prefería no pensar nada ya que de lo contrario sentía que me estallaría la cabeza. Fue entonces que me di cuenta que en realidad la cabeza empezaba a amenazarme con estallar. Casi me desmayo. Espadas me tomó ágilmente y pasando un brazo por mi espalda me llevó consigo por un rumbo que no pude observar. Luego no supe más.
Al abrir los ojos me me encontré en un cuarto sin ventanas y un profundo olor a humedad...un sótano, supuse. Me senté en el sillón que me servía de cama y busqué a Espadas. Al poco salió de un pequeño cuarto bajo las escaleras de acceso con una pequeña televisión de baterías. La encendió y le puso en las noticias que mostraban imágenes de algún desastre natural.
-¿Qué rayos...?
-Se desmayó. Usted es más receptivo de lo que pensé. Estaban acercándose a la ciudad, en eso se desmayó. Lo traje al único lugar seguro de la ciudad. Por poco y dan con usted antes que yo.
-¿Qué?
-Hoy, es la noche de la Cuarta Luna. No le molestaré tratando de explicarle la complicada alineación estelar que implica, sólo le diré que unas 37 estrellas se alinean al rededor de la Luna llena formando una constelación junto con esta. Esto sólo ha ocurrido 4 veces en la historia...humana cuando menos.
"En fin, lo peligroso es que en este momento los entes que ya le mencionaba recobran un poco más de su poder y las filas de sus seguidores se multiplican considerablemente. Me temo que han atacado la ciudad apenas entramos aquí. ¡Estúpido aparato!- gritó inesperadamente y dio una patada a la televisión que parecía haber dejado de funcionar -Tendremos que esperar a que pase la Cuarta Luna para poder salir.
Me volví a recostar en el sillón y, antes de caer dormido de nuevo, escuché el rumor de la ciudad que decididamente era diferente. Era como si la ciudad completa gritara pidiendo auxilio.
Al despertar no pude evitar sorprenderme menos que la vez anterior al no hallarme seguro y solo en mi casa.
Me levanté y vi que la puerta a la que conducían las escaleras estaba abierta y revelaba una noche profunda y sin nubes iluminada por las luces de la calle.
Pero cuando hube alcanzado el umbral de la puerta me quedé allí sin poder dar un paso más, pese a que Espadas estaba afuera escarbando entre los restos de la casa que debió haber estado ayer al lado de la de Espadas.
Miré al rededor pero no tenía caso. Todas las casas al frente de donde estaba yo en el umbral habían sido arrasadas aparentemente por un tornado o algo así. Y en un contraste que ahora me parece ridículamente irónico, sobre la línea del horizonte se podía observar a la Luna llena, descomunal y de color rojo, rodeada por numerosos destellos.
Una imagen indescriptiblemente bella coronando una escena de total desolación...


Ésta entrada va dedicada a Ozeloziua...
Más allá de todo lenguaje humano...
Cuatro lunas ...
Y las que vienen...

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Siete años atrás...

Cuaderno de notas (el comienzo de todo)

Ni siquiera tiene objeto decir lo ofuscado que me sentí de camino al parque. El reloj marcaba las 3:57 p.m.
Pero esta vez no fue como la anterior. Pude verlo acercarse lentamente por la acera de enfrente mirando al suelo en todo momento; incluso al cruzar la calle.
Se sentó a mi lado con parsimonia y pude observar que en realidad llevaba lentes redondos y oscuros y una barba que no había rasurado en 4 días aproximadamente.
Inesperadamente levantó su rostro (el cual no describiré tanto porque me resulta francamente imposible como porque si lo intentase probablemente no lograría transmitir el "aura" que el solo verlo me provocaba escalofríos y una cierta ansiedad) y me miró desde debajo de sus lentes oscuros:
-Estamos en guerra. Una guerra que difícilmente podemos ganar.
Hizo un silencio desmesuradamente largo y luego añadió:
-Pero existen algunas pequeñas oportunidades que debemos aprovechar antes que sea tarde...
Repitió el largo silencio de antes como esperando a que yo dijera algo, aunque me limité asentir con la cabeza. No quería decir nada hasta que hubiera terminado su explicación:
-Y usted sería una pieza clave para alcanzar éstas oportunidades.
-¿Cómo?
-Llevándonos hasta ellas. Ya se lo dije por teléfono: Háganos llegar a M'tneth lo antes posible. El enemigo se moviliza y rastrea casi todos nuestros movimientos.
-Yo no sé cómo llegar a...a ese lugar que dice.
-Oh, claro que lo sabe, sólo que no tiene idea que la dirección está grabada ahí en su mente y hasta en su código genético...No se preocupe ya que de aceptar comprenderá usted mejor.
-Antes de seguir con su discurso acláreme, ¿quién es el enemigo, según ustedes?
-Esa es la verdadera primer pregunta que debió hacer. Ahí es donde radica todo esto y a su vez me temo que es la pregunta más difícil de contestar...cuando menos de manera que pueda usted comprenderla o creerla.
-¡Inténtelo!
-De acuerdo- dijo y miró a ambos lados para cerciorarse que nadie escuchara -pero será más indigerible de lo que usted cree.
"Este mundo- prosiguió bajando aún más su tono lo cual lo hizo sonar casi como una vibración inaudible- es regido por fuerzas más allá de su imaginación, seres de pesadilla que reptan por la tierra y se sumergen en los abismos más profundos del mar. Estos seres son presos ancestrales procedentes de un tiempo anterior al Sol y su sistema. No son extraterrestres en el sentido coloquial. Son seres que provienen de más allá de los tiempos pensables y que una vez conformaban el Caos primordial que reinaba en el Universo.
No pude comprender al momento la magnitud de lo que acababa de decirme, me limité a tratar de imaginar una cosa semejante y fue ahí que comencé a comprender algunas cosas de mi pasado. Pero con un carraspeo me sacó de mi ensimismamiento y continuó:
-Debe usted saber que éstas fuerzas no son lo que comprendemos como "malas o buenas". Son entes que pretenden volver al Caos primigenio del que brotó el Universo.
"Tienen capacidades psíquicas inimaginables. Son capaces, desde sus prisiones antiguas, de hacer que sus lacayos (tanto humanos como no humanos) hagan ciegamente lo que se les ordena.
-...Pero...¿por qué?...¿por qué ahora?
-Las fuerzas que los han mantenido encerrados en este mundo se están agotando. Las estrellas están próximas a estar correctas en el cielo lo cual romperá sus cerraduras y podrán convertir todo en caos informe. Han comenzado a mover sus piezas para preparar su regreso. Y usted amigo es una de las llaves transmitidas de generación en generación para que accedamos a los lugares olvidados donde fueron escondidos los secretos que los mantendrán presos otra eternidad...



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Siete años atrás...

Cuaderno de notas (el comienzo de todo)

Ni siquiera tiene objeto decir lo ofuscado que me sentí de camino al parque. El reloj marcaba las 3:57 p.m.
Pero esta vez no fue como la anterior. Pude verlo acercarse lentamente por la acera de enfrente mirando al suelo en todo momento; incluso al cruzar la calle.
Se sentó a mi lado con parsimonia y pude observar que en realidad llevaba lentes redondos y oscuros y una barba que no había rasurado en 4 días aproximadamente.
Inesperadamente levantó su rostro (el cual no describiré tanto porque me resulta francamente imposible como porque si lo intentase probablemente no lograría transmitir el "aura" que el solo verlo me provocaba escalofríos y una cierta ansiedad) y me miró desde debajo de sus lentes oscuros:
-Estamos en guerra. Una guerra que difícilmente podemos ganar.
Hizo un silencio desmesuradamente largo y luego añadió:
-Pero existen algunas pequeñas oportunidades que debemos aprovechar antes que sea tarde...
Repitió el largo silencio de antes como esperando a que yo dijera algo, aunque me limité asentir con la cabeza. No quería decir nada hasta que hubiera terminado su explicación:
-Y usted sería una pieza clave para alcanzar éstas oportunidades.
-¿Cómo?
-Llevándonos hasta ellas. Ya se lo dije por teléfono: Háganos llegar a M'tneth lo antes posible. El enemigo se moviliza y rastrea casi todos nuestros movimientos.
-Yo no sé cómo llegar a...a ese lugar que dice.
-Oh, claro que lo sabe, sólo que no tiene idea que la dirección está grabada ahí en su mente y hasta en su código genético...No se preocupe ya que de aceptar comprenderá usted mejor.
-Antes de seguir con su discurso acláreme, ¿quién es el enemigo, según ustedes?
-Esa es la verdadera primer pregunta que debió hacer. Ahí es donde radica todo esto y a su vez me temo que es la pregunta más difícil de contestar...cuando menos de manera que pueda usted comprenderla o creerla.
-¡Inténtelo!
-De acuerdo- dijo y miró a ambos lados para cerciorarse que nadie escuchara -pero será más indigerible de lo que usted cree.
"Este mundo- prosiguió bajando aún más su tono lo cual lo hizo sonar casi como una vibración inaudible- es regido por fuerzas más allá de su imaginación, seres de pesadilla que reptan por la tierra y se sumergen en los abismos más profundos del mar. Estos seres son presos ancestrales procedentes de un tiempo anterior al Sol y su sistema. No son extraterrestres en el sentido coloquial. Son seres que provienen de más allá de los tiempos pensables y que una vez conformaban el Caos primordial que reinaba en el Universo.
No pude comprender al momento la magnitud de lo que acababa de decirme, me limité a tratar de imaginar una cosa semejante y fue ahí que comencé a comprender algunas cosas de mi pasado. Pero con un carraspeo me sacó de mi ensimismamiento y continuó:
-Debe usted saber que éstas fuerzas no son lo que comprendemos como "malas o buenas". Son entes que pretenden volver al Caos primigenio del que brotó el Universo.
"Tienen capacidades psíquicas inimaginables. Son capaces, desde sus prisiones antiguas, de hacer que sus lacayos (tanto humanos como no humanos) hagan ciegamente lo que se les ordena.
-...Pero...¿por qué?...¿por qué ahora?
-Las fuerzas que los han mantenido encerrados en este mundo se están agotando. Las estrellas están próximas a estar correctas en el cielo lo cual romperá sus cerraduras y podrán convertir todo en caos informe. Han comenzado a mover sus piezas para preparar su regreso. Y usted amigo es una de las llaves transmitidas de generación en generación para que accedamos a los lugares olvidados donde fueron escondidos los secretos que los mantendrán presos otra eternidad...



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sábado, 3 de octubre de 2009

Séptima estrella...

Siete años atrás...
Cuaderno de notas (el comienzo de todo)

En aquellos momentos mis pensamientos se detuvieron abruptamente y vino a mi, mas que imágenes, una multitud de sonidos ininteligibles que comenzaron a hacer que me mareara. Me senté al ver ya como una ridiculez el intentar alcanzar a ese ente extraño que ya se había esfumado a la vuelta de la esquina.
Esa noche no dormí (como siempre me ha pasado) debido a que me venían a la mente imágenes de lugares que desconocía en las que predominaban los paisajes de ruinas ciclópeas enclavados en densas selvas bajo cielos de colores vívidos y extraños.
Tras estas visiones despertaba acalorado en medio de la noche y con náuseas y un incipiente dolor de cabeza que amenazaba con crecer.
Pasó pues la noche, lenta y tortuosamente y terminó cuando pude ver los rayos del sol cortando la niebla como un cuchillo rebana la carne.
Me senté sobre la cama y miré el teléfono de la mesa de noche...Aquello carecía de sentido para mí...pero algo muy oculto en mí me molestaba...Me levanté y casi con furia tomé el teléfono y marqué.
Con esa voz gutural como reverberación de una gruta contestó el hombre del parque:
-Sabía que llamaría. Sólo que le tomó más de lo que supuse.
-¿Quién demonios es usted?- respondí casi en un grito.
-¡No utilice términos que no comprende! Soy cualquier cosa menos un demonio- dijo enfático pero tranquilo a la vez -Por otro lado, para contestar a su pregunta le diré que puede llamarme por mi apellido: Espadas. Y le he estado buscando desde hace unos años.
-¿A mí? ¡Mire que si esto se trata de...!
-¡No se confunda, carajo! ¿Acaso no ha soñado alguna vez con las ruinas imposibles de ciudades perdidas en mundos ajenos al que conocemos? ¿No ha sentido voces en su cabeza que poco a poco le hacen creer que no hay nada más que desolación en el futuro de la raza humana?
A ésto último no pude contestar y me limité a jadear por la repentina falta de aire.
-Tomaré su silencio como una afirmación. Y sepa usted que no es algo aleatorio ni que es el único que sufre de estos episodios. Yo por ejemplo los sufro también. La diferencia es que Yo y algunos más sabemos la terrible razón que yace detrás de este y otros fenómenos aún más terribles y necesitamos de usted.
-¿Me...me necesitan? ¿Para qué?
-Necesitamos que nos lleve a cierto lugar. Incluso es probable que escuchara el nombre en alguno de sus sueños: M'tneth (es la única traducción fonética que se me ocurre para el inhumano sonido que emitió)
Me quedé atónito cuando hubo "dicho" esa palabra (o sonido) pues efectivamente la escuchaba con regularidad en mis sueños, a manera de un cántico que me revolvía las ideas y el estómago. En esto estaba cuando de repente agregó:
-Créame, esto no es nada. Usted tiene mucho que escuchar, ya sea que lo crea o no. Mi misión es hacerle saber a usted la verdad. Lo que haga después que se la haya comunicado es su decisión. Véame en el parque a las 4 p.m.
Colgó, y yo, aturdido, me dispuse a desayunar algo ahora que la náusea había cedido.

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Séptima estrella...

Siete años atrás...
Cuaderno de notas (el comienzo de todo)

En aquellos momentos mis pensamientos se detuvieron abruptamente y vino a mi, mas que imágenes, una multitud de sonidos ininteligibles que comenzaron a hacer que me mareara. Me senté al ver ya como una ridiculez el intentar alcanzar a ese ente extraño que ya se había esfumado a la vuelta de la esquina.
Esa noche no dormí (como siempre me ha pasado) debido a que me venían a la mente imágenes de lugares que desconocía en las que predominaban los paisajes de ruinas ciclópeas enclavados en densas selvas bajo cielos de colores vívidos y extraños.
Tras estas visiones despertaba acalorado en medio de la noche y con náuseas y un incipiente dolor de cabeza que amenazaba con crecer.
Pasó pues la noche, lenta y tortuosamente y terminó cuando pude ver los rayos del sol cortando la niebla como un cuchillo rebana la carne.
Me senté sobre la cama y miré el teléfono de la mesa de noche...Aquello carecía de sentido para mí...pero algo muy oculto en mí me molestaba...Me levanté y casi con furia tomé el teléfono y marqué.
Con esa voz gutural como reverberación de una gruta contestó el hombre del parque:
-Sabía que llamaría. Sólo que le tomó más de lo que supuse.
-¿Quién demonios es usted?- respondí casi en un grito.
-¡No utilice términos que no comprende! Soy cualquier cosa menos un demonio- dijo enfático pero tranquilo a la vez -Por otro lado, para contestar a su pregunta le diré que puede llamarme por mi apellido: Espadas. Y le he estado buscando desde hace unos años.
-¿A mí? ¡Mire que si esto se trata de...!
-¡No se confunda, carajo! ¿Acaso no ha soñado alguna vez con las ruinas imposibles de ciudades perdidas en mundos ajenos al que conocemos? ¿No ha sentido voces en su cabeza que poco a poco le hacen creer que no hay nada más que desolación en el futuro de la raza humana?
A ésto último no pude contestar y me limité a jadear por la repentina falta de aire.
-Tomaré su silencio como una afirmación. Y sepa usted que no es algo aleatorio ni que es el único que sufre de estos episodios. Yo por ejemplo los sufro también. La diferencia es que Yo y algunos más sabemos la terrible razón que yace detrás de este y otros fenómenos aún más terribles y necesitamos de usted.
-¿Me...me necesitan? ¿Para qué?
-Necesitamos que nos lleve a cierto lugar. Incluso es probable que escuchara el nombre en alguno de sus sueños: M'tneth (es la única traducción fonética que se me ocurre para el inhumano sonido que emitió)
Me quedé atónito cuando hubo "dicho" esa palabra (o sonido) pues efectivamente la escuchaba con regularidad en mis sueños, a manera de un cántico que me revolvía las ideas y el estómago. En esto estaba cuando de repente agregó:
-Créame, esto no es nada. Usted tiene mucho que escuchar, ya sea que lo crea o no. Mi misión es hacerle saber a usted la verdad. Lo que haga después que se la haya comunicado es su decisión. Véame en el parque a las 4 p.m.
Colgó, y yo, aturdido, me dispuse a desayunar algo ahora que la náusea había cedido.

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martes, 29 de septiembre de 2009

Séptima estrella...

Siete años atrás...
Cuaderno de notas (el comienzo de todo)

Era la hora del atardecer. Un atardecer como no había visto antes.
Las flamas del cielo se reflejaban en los ventanales de las casas y éstas se teñían de un anaranjado encendido.
Estaba sentado en una banca del parque, sin nada mejor que hacer que fumar un cigarro que parecía eterno e inundaba mi atmósfera con una cadencia enervante.
Era una tontería en verdad que estuviera ahí sentado, esperando. Apenas la noche anterior me vi en mis sueños sentado precisamente en esa banca de ese parque a esa precisa hora de la tarde, igualmente esperando ansioso. Sin embargo dicho sueño terminó justo en el momento en que una silueta descomunal y de aura...¿cómo decirlo?...antigua, llegaba a mi lado y posaba su mano gigante en mi hombro.
Durante toda la mañana siguiente me torturé con la imagen del gigante que se acercaba a mi. Así que tomé la resolución que ya resulta obvia.
Estaba por terminarse mi eterno cigarro cuando me sentí observado como por mil ojos. Violentamente volteé y me encontré con este hombre (quien para nada era un gigante) que me miraba fijamente por debajo de la sombra que le proporcionaba su sombrero de ala ancha.
Me pusé en pie y se acercó a mi.
Por algún motivo que por mucho tiempo desconocí, estiré mi mano hacia él mecánicamente tras lo cual me dio una tarjeta con tan solo un número teléfonico garabateado apresuradamente.
Después dio media vuelta y echó a andar después de decir con voz gravísima y gutural:
- Llámeme temprano. Mañana será un día negro.

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Séptima estrella...

Siete años atrás...
Cuaderno de notas (el comienzo de todo)

Era la hora del atardecer. Un atardecer como no había visto antes.
Las flamas del cielo se reflejaban en los ventanales de las casas y éstas se teñían de un anaranjado encendido.
Estaba sentado en una banca del parque, sin nada mejor que hacer que fumar un cigarro que parecía eterno e inundaba mi atmósfera con una cadencia enervante.
Era una tontería en verdad que estuviera ahí sentado, esperando. Apenas la noche anterior me vi en mis sueños sentado precisamente en esa banca de ese parque a esa precisa hora de la tarde, igualmente esperando ansioso. Sin embargo dicho sueño terminó justo en el momento en que una silueta descomunal y de aura...¿cómo decirlo?...antigua, llegaba a mi lado y posaba su mano gigante en mi hombro.
Durante toda la mañana siguiente me torturé con la imagen del gigante que se acercaba a mi. Así que tomé la resolución que ya resulta obvia.
Estaba por terminarse mi eterno cigarro cuando me sentí observado como por mil ojos. Violentamente volteé y me encontré con este hombre (quien para nada era un gigante) que me miraba fijamente por debajo de la sombra que le proporcionaba su sombrero de ala ancha.
Me pusé en pie y se acercó a mi.
Por algún motivo que por mucho tiempo desconocí, estiré mi mano hacia él mecánicamente tras lo cual me dio una tarjeta con tan solo un número teléfonico garabateado apresuradamente.
Después dio media vuelta y echó a andar después de decir con voz gravísima y gutural:
- Llámeme temprano. Mañana será un día negro.

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lunes, 28 de septiembre de 2009

Séptima estrella...

Primer destello de la noche...

Cuaderno de notas (antes del final)

Llueve. La noche llueve, en silencio pero constante. Resuenan los pasos huecos en las losas de la calle apenas alumbrada por un farol solitario. Igualmente resuena la colisión de la pluma sobre el papel mientras escribo iluminado por una única vela que parece tiritar de frío.
De alguna manera sabía que cuando el fin se acercase lo sabría.
Más no pensé que la sensación fuese tan abrumadora. Como una garra que apretara la espalda insistentemente.
Y es a éstas alturas que me doy cuenta que la única manera de perpetuarme y sobrevivir es escribir lo que he visto y oído para que no caiga en la garganta negra del olvido y en cierta medida para convencerme a mí mismo que todo lo sucedido ha sido real y no el producto del más terrible delirio.
Ya vienen por mí, eso seguro. El vaticinio resulta inexpugnable. Solo queda esperar la señal...el primer destello de la séptima estrella roja.
Pero antes que eso ocurra hay algunas cosas que deben ser terminadas. La primera es éste relato de las cosas sucedidas que por insano que pueda aparecerse por momentos, debo aclarar a quien quiera que sea mi desdichado lector, es terriblemente real.
Después, y espero mi interlocutor a través del papel lo comprenda, terminaré lo que comenzamos aquella tarde en el Risco Negro...he decidido que no he de irme sólo a dónde quiera que las sombras pretendan llevarme.
Así es que comienza mi relato hace 7 años al salir de una biblioteca titánica de tomos olvidados y libros prohibidos...

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