Séptima estrella...
Siete años atrás...
Cuaderno de notas (el comienzo de todo)
Era la hora del atardecer. Un atardecer como no había visto antes.
Las flamas del cielo se reflejaban en los ventanales de las casas y éstas se teñían de un anaranjado encendido.
Estaba sentado en una banca del parque, sin nada mejor que hacer que fumar un cigarro que parecía eterno e inundaba mi atmósfera con una cadencia enervante.
Era una tontería en verdad que estuviera ahí sentado, esperando. Apenas la noche anterior me vi en mis sueños sentado precisamente en esa banca de ese parque a esa precisa hora de la tarde, igualmente esperando ansioso. Sin embargo dicho sueño terminó justo en el momento en que una silueta descomunal y de aura...¿cómo decirlo?...antigua, llegaba a mi lado y posaba su mano gigante en mi hombro.
Durante toda la mañana siguiente me torturé con la imagen del gigante que se acercaba a mi. Así que tomé la resolución que ya resulta obvia.
Estaba por terminarse mi eterno cigarro cuando me sentí observado como por mil ojos. Violentamente volteé y me encontré con este hombre (quien para nada era un gigante) que me miraba fijamente por debajo de la sombra que le proporcionaba su sombrero de ala ancha.
Me pusé en pie y se acercó a mi.
Por algún motivo que por mucho tiempo desconocí, estiré mi mano hacia él mecánicamente tras lo cual me dio una tarjeta con tan solo un número teléfonico garabateado apresuradamente.
Después dio media vuelta y echó a andar después de decir con voz gravísima y gutural:
- Llámeme temprano. Mañana será un día negro.
Etiquetas: Novela, Séptima estrella
1 comentarios:
Eso del cigarrillo interminable me suena, sin duda es tu cuento
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