domingo, 27 de junio de 2010

El viejo camino


Estaba de pie mirando el atardecer que doraba el viejo camino que había recorrido sólo los dioses saben cuántas veces en sus incursiones diarias al mundo exterior, cuando vio salir de detrás de la esquina una silueta familiar.
Lo observaba con los ojos entrecerrados mientras pensaba para para sí: ¡Qué valor para volver aquí!
Entonces la silueta cobró la forma del recién despachado. Antes de que llegara a donde ella estaba contemplando el crepúsculo, ella se precipitó a la entrada de su casa y se quedó allí esperándolo con medio cuerpo fuera de su casa y la otra mitad tras la puerta.
-Sé que dijiste que...-comenzó él con tono nervioso pero no pudo terminar pues ella lo interrumpió bruscamente.
-Así que vuelves incluso sabiendo lo que te acabo de decir.- Dijo más afirmando que preguntando.
-Sí, así es.
-Te lo advertí.- Y dicho esto abrió totalmente la puerta dejando libre al enorme Doberman que se abalanzó sobre él.
Luego se asomó a la reja, sonriendo mientras veía a su perro y a aquel cretino dirigirse hacia el sol desfalleciente y hacia una larga, larga noche.

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El viejo camino


Estaba de pie mirando el atardecer que doraba el viejo camino que había recorrido sólo los dioses saben cuántas veces en sus incursiones diarias al mundo exterior, cuando vio salir de detrás de la esquina una silueta familiar.
Lo observaba con los ojos entrecerrados mientras pensaba para para sí: ¡Qué valor para volver aquí!
Entonces la silueta cobró la forma del recién despachado. Antes de que llegara a donde ella estaba contemplando el crepúsculo, ella se precipitó a la entrada de su casa y se quedó allí esperándolo con medio cuerpo fuera de su casa y la otra mitad tras la puerta.
-Sé que dijiste que...-comenzó él con tono nervioso pero no pudo terminar pues ella lo interrumpió bruscamente.
-Así que vuelves incluso sabiendo lo que te acabo de decir.- Dijo más afirmando que preguntando.
-Sí, así es.
-Te lo advertí.- Y dicho esto abrió totalmente la puerta dejando libre al enorme Doberman que se abalanzó sobre él.
Luego se asomó a la reja, sonriendo mientras veía a su perro y a aquel cretino dirigirse hacia el sol desfalleciente y hacia una larga, larga noche.

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domingo, 20 de junio de 2010

El Panteón de Belén

A continuación una serie de fotografías del Panteón de Belén, ubicado en los linderos septentrionales del centro histórico de Guadalajara, y que data de la segunda mitad del siglo XIX.
Espero con éstas imágenes dar a conocer éste histórico recinto funerario a aquellos que no lo conocen y para que quienes sí lo conocen puedan verlo con una mirada y punto de vista nuevos y diferentes.
En el futuro y de ser posible, haré llegar a este espacio, la información general y algunas imágenes más para complementar la que el perdido lector de éste blog se haga. Sin más por el momento, espero les agraden:



Típica vista de los columbarios del panteón, en este caso el del lado norte.

Mausoleo de la familia Corcuera, en estilo neogótico. Al fondo el mausoleo de la familia Cuervo.

Vista inferior del mausoleo central, conocido como "El sarcófago" o "La antigua rotonda de los hombres ilustres".

Vista de la calzada norte. Al fondo se observa la antigua capilla del panteón.
Detalle de la herrería de una de las tumbas del extremo noreste.
En primer plano, la tumba conocida como "de los enamorados". Al fondo la capilla funeraria de los Remus.

Tumba infantil a orillas de la calzada sur.

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El Panteón de Belén

A continuación una serie de fotografías del Panteón de Belén, ubicado en los linderos septentrionales del centro histórico de Guadalajara, y que data de la segunda mitad del siglo XIX.
Espero con éstas imágenes dar a conocer éste histórico recinto funerario a aquellos que no lo conocen y para que quienes sí lo conocen puedan verlo con una mirada y punto de vista nuevos y diferentes.
En el futuro y de ser posible, haré llegar a este espacio, la información general y algunas imágenes más para complementar la que el perdido lector de éste blog se haga. Sin más por el momento, espero les agraden:



Típica vista de los columbarios del panteón, en este caso el del lado norte.

Mausoleo de la familia Corcuera, en estilo neogótico. Al fondo el mausoleo de la familia Cuervo.

Vista inferior del mausoleo central, conocido como "El sarcófago" o "La antigua rotonda de los hombres ilustres".

Vista de la calzada norte. Al fondo se observa la antigua capilla del panteón.
Detalle de la herrería de una de las tumbas del extremo noreste.
En primer plano, la tumba conocida como "de los enamorados". Al fondo la capilla funeraria de los Remus.

Tumba infantil a orillas de la calzada sur.

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jueves, 17 de junio de 2010

Composición

A continuación un viejo poema que encontré al atravesar las esferas perdidas de mi computadora. Con algo de edición moderna, claro está. Disfruten:

Se hunden mis raíces en un suelo ya árido y perdido.
Se posan mis ojos en una sombra en otro tiempo imponente.
Se tornan rojos los atardeceres como las ascuas que me atrapan en mi habitación ardiente y asfixiante.
Se cruzan mis labios con los tuyos, se funden, se vuelven uno.

Al filo de la noche te descubro, me interrogas...me hundo.
Las pieles se entretejen como las hebras de la capucha que me ciega y me hace resbalar de nuevo en el panorama serpenteante de tu silueta.
Me encuentro en el paradigma de tu cuerpo, en las interrogantes y la pausa de tu piel.
Pero es la misma incertidumbre de la noche en que te envuelves, alejándote, la que me hace correr ciego tras tu aroma y alcanzarte siguiendo la armonía de tu voz.
El tímido grito de tu cuerpo, el aura que te mantiene vertida en mí...el susurro que me invita a seguirte.

Y tomo lo que es mío...esto es mío. La locura cicatrizada en el alma como parte de nuestros pensamientos.
La inercia de mis manos tercas y ávidas del magma del cuerpo deseado.
La incoherencia en presencia de tu compañía, el tímido verso inspirado en tu sonrisa, la inerte respuesta de tu ser y la inocente caricia que despreciás, tu sabés.
Y es que soy un extraño, un fuereño, intruso de mi propia habitación, sin nada a que aferrarme excepto a tu espalda...deslizarme sobre ella cual avalancha que desciende por la montaña y aterriza en tu boca.
Me enciende, la intriga, como la vez primera: la veo y no, no en su totalidad.
Me voy, pero no sin antes dejar inciso en la roca primordial mi nombre, un verso interminable y tu nombre. Esperando que coloques tu propio verso tras él...para continuar como hacen los ciclos diarios y vitales.

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Composición

A continuación un viejo poema que encontré al atravesar las esferas perdidas de mi computadora. Con algo de edición moderna, claro está. Disfruten:

Se hunden mis raíces en un suelo ya árido y perdido.
Se posan mis ojos en una sombra en otro tiempo imponente.
Se tornan rojos los atardeceres como las ascuas que me atrapan en mi habitación ardiente y asfixiante.
Se cruzan mis labios con los tuyos, se funden, se vuelven uno.

Al filo de la noche te descubro, me interrogas...me hundo.
Las pieles se entretejen como las hebras de la capucha que me ciega y me hace resbalar de nuevo en el panorama serpenteante de tu silueta.
Me encuentro en el paradigma de tu cuerpo, en las interrogantes y la pausa de tu piel.
Pero es la misma incertidumbre de la noche en que te envuelves, alejándote, la que me hace correr ciego tras tu aroma y alcanzarte siguiendo la armonía de tu voz.
El tímido grito de tu cuerpo, el aura que te mantiene vertida en mí...el susurro que me invita a seguirte.

Y tomo lo que es mío...esto es mío. La locura cicatrizada en el alma como parte de nuestros pensamientos.
La inercia de mis manos tercas y ávidas del magma del cuerpo deseado.
La incoherencia en presencia de tu compañía, el tímido verso inspirado en tu sonrisa, la inerte respuesta de tu ser y la inocente caricia que despreciás, tu sabés.
Y es que soy un extraño, un fuereño, intruso de mi propia habitación, sin nada a que aferrarme excepto a tu espalda...deslizarme sobre ella cual avalancha que desciende por la montaña y aterriza en tu boca.
Me enciende, la intriga, como la vez primera: la veo y no, no en su totalidad.
Me voy, pero no sin antes dejar inciso en la roca primordial mi nombre, un verso interminable y tu nombre. Esperando que coloques tu propio verso tras él...para continuar como hacen los ciclos diarios y vitales.

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martes, 15 de junio de 2010

Inmortalidad


Un mal presentimiento por la mañana y aún así salgo para iniciar una rutina que resulta misteriosa cada día...una poco rutinaria vaya. No todo es nefasto solo por que se ve a través de la ventana por la que se ven a diario las tragedias ajenas y propias. No si uno así lo dispone.
Salirse del renglón y leer en desorden retribuye más emoción a quien se atreve que a aquel que rumia lo que le regurgitan sus predecesores...pura basura. Esta existencia, cuando menos, tiene muchos sentidos de lectura, incluso aunque nos limitemos a una interpretación lineal.
Como decía san Hendrix, uno puede pararse junto a la montaña y partirla con el filo de la mano. Tal alegoría luego, durante el día, prueba su veracidad: a las 3 p.m, a las 4:57 p.m. y a las 7:21 p.m. me salvo, si no de la muerte, sí de una aproximación poco saludable con ella. Uno debería de contar las veces que podría morir durante el día más a menudo...para variar y poner las cosas en examen un poco.
Sin embargo la gente en el camino sigue teniendo el semblante aplastado por los días, por el sol, por todo. Mientras el Armagedón se nos viene encima y nadie se da cuenta, nadie se toma la molestia de ver el cielo incendiado, del cielo que se abre entre rugidos para dar paso a las huestes destructoras pero renovadoras que emergen llameantes de un inusualmente bello amanecer.
Y tal procesión ocurre a diario, en el momento de la muerte de cada persona. sin embargo nadie lo nota nunca. Y esa es la diferencia ahora conmigo. A las 7:22 p.m. mientras recuperaba el aliento tras el casi trágico incidente, miré al cielo inconcientemente.
Mis ojos secos ardían pidiéndome un parpadeo. Pero la impresión de ver tan aterradora imagen me lo impedía.
Los ví cómo regresaban con su cosecha a través del sol desfalleciente del atardecer; igualmente los ví resurgir con el alba a la mañana siguiente.

Hoy los he evadido una vez más. Pero cada vez se cruzan más en mi camino: más empecinados y ansiosos por arrancarme de esta tierra. Pero eso les costará bastante, y mientras no lo logren, soy inmortal.

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Inmortalidad


Un mal presentimiento por la mañana y aún así salgo para iniciar una rutina que resulta misteriosa cada día...una poco rutinaria vaya. No todo es nefasto solo por que se ve a través de la ventana por la que se ven a diario las tragedias ajenas y propias. No si uno así lo dispone.
Salirse del renglón y leer en desorden retribuye más emoción a quien se atreve que a aquel que rumia lo que le regurgitan sus predecesores...pura basura. Esta existencia, cuando menos, tiene muchos sentidos de lectura, incluso aunque nos limitemos a una interpretación lineal.
Como decía san Hendrix, uno puede pararse junto a la montaña y partirla con el filo de la mano. Tal alegoría luego, durante el día, prueba su veracidad: a las 3 p.m, a las 4:57 p.m. y a las 7:21 p.m. me salvo, si no de la muerte, sí de una aproximación poco saludable con ella. Uno debería de contar las veces que podría morir durante el día más a menudo...para variar y poner las cosas en examen un poco.
Sin embargo la gente en el camino sigue teniendo el semblante aplastado por los días, por el sol, por todo. Mientras el Armagedón se nos viene encima y nadie se da cuenta, nadie se toma la molestia de ver el cielo incendiado, del cielo que se abre entre rugidos para dar paso a las huestes destructoras pero renovadoras que emergen llameantes de un inusualmente bello amanecer.
Y tal procesión ocurre a diario, en el momento de la muerte de cada persona. sin embargo nadie lo nota nunca. Y esa es la diferencia ahora conmigo. A las 7:22 p.m. mientras recuperaba el aliento tras el casi trágico incidente, miré al cielo inconcientemente.
Mis ojos secos ardían pidiéndome un parpadeo. Pero la impresión de ver tan aterradora imagen me lo impedía.
Los ví cómo regresaban con su cosecha a través del sol desfalleciente del atardecer; igualmente los ví resurgir con el alba a la mañana siguiente.

Hoy los he evadido una vez más. Pero cada vez se cruzan más en mi camino: más empecinados y ansiosos por arrancarme de esta tierra. Pero eso les costará bastante, y mientras no lo logren, soy inmortal.

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