jueves, 21 de noviembre de 2013

Fracuces mutuas

Amor, haces que se me ennubilicen los pástidos. De repente, cuando siento tu presencia, el bello de la nuca se me eriza y me siento todo zedético.
Ya me conoces, cariño. Cuando sarzeas por sobre mis costillas, cuando me enaptivas con tus cánticos de vanaresa, me posee un demonio lúrico y dejo de ser yo. Pero aún me me desfase, sigues conociéndome. Y sabes también que no conozco la cudencia ni el pudor
Y si me engancho enhaecido en tu cuello ya no me es viable la retirada. Me crecen radúnculos, típicos del demonio en que me convierto, y la visión se me vuelve roja. Sólo observo el calor de tu cuerpo y la estela como de luz deoderescente que dejan tus caderas al bailar, sacudidas por el ritmo egorético de unos sadgulás imaginarios.
Bruja maldita, con tu ráfaga de mijajas y porpusas se me arritmia el cardiaco músculo, de por sí propenso al descarrilamiento y me parece desfallecer entre luces fáuricas.
Luego, cuando por fin alcanzamos al unísono la fináxis trágica del entrepleito carnal, muertos, sin aliento y en pleno calidor, me tomas entre tus manos crucilantes, y apretando los ojos como quien temiera defragar, me besas y me dices lentamente: te radoneisonrotjemtuiropzarfavavervieovriosamo

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Fracuces mutuas

Amor, haces que se me ennubilicen los pástidos. De repente, cuando siento tu presencia, el bello de la nuca se me eriza y me siento todo zedético.
Ya me conoces, cariño. Cuando sarzeas por sobre mis costillas, cuando me enaptivas con tus cánticos de vanaresa, me posee un demonio lúrico y dejo de ser yo. Pero aún me me desfase, sigues conociéndome. Y sabes también que no conozco la cudencia ni el pudor
Y si me engancho enhaecido en tu cuello ya no me es viable la retirada. Me crecen radúnculos, típicos del demonio en que me convierto, y la visión se me vuelve roja. Sólo observo el calor de tu cuerpo y la estela como de luz deoderescente que dejan tus caderas al bailar, sacudidas por el ritmo egorético de unos sadgulás imaginarios.
Bruja maldita, con tu ráfaga de mijajas y porpusas se me arritmia el cardiaco músculo, de por sí propenso al descarrilamiento y me parece desfallecer entre luces fáuricas.
Luego, cuando por fin alcanzamos al unísono la fináxis trágica del entrepleito carnal, muertos, sin aliento y en pleno calidor, me tomas entre tus manos crucilantes, y apretando los ojos como quien temiera defragar, me besas y me dices lentamente: te radoneisonrotjemtuiropzarfavavervieovriosamo

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Quema-dos

A arder se ha dicho!

Quema-dos

A arder se ha dicho!

martes, 19 de noviembre de 2013

Para que la abras, vos

La palabra genera cambio. Una sola palabra,.la adecuada, puede acabar el hambre, una vida, el universo; puede cambiar la acción de la gravedad, el flujo de un río, activar o apagar la secuencia de sístole y diástole...
Si las palabras así lo ordenan, se abrirá el cielo, se apagarán las estrellas y caerán al mundo los horrores del principio y el fin.
Imagínese lo que la palabra, hablada o escrita puede hacer con un humano efímero y frágil.
La esencia inaccesible y a la vez común de la palabra le confiere propiedades fuera del entendimiento de sus propios usuarios, que no creadores.
Las combinaciones de palabras, esa infinitud aplasta y abruma a quien pretende abarcarla. Pierde su mente y se deleita jugando a la prueba y al error.
Pero de entre todas las palabras existentes, extintas y por existir, hay un par de ellas que pueden poner a una persona contra sí mismo, hacerlo perder la razón y alcanzar la máxima lucidez e iluminación. Un verdadero tormento y gozo para hablante y escucha...Ya todos sabemos que palabras son. Decirlas aqui seria poner en riesgo la estabilidad de este caotico pedazo de ser cibernetico.

Para que la abras, vos

La palabra genera cambio. Una sola palabra,.la adecuada, puede acabar el hambre, una vida, el universo; puede cambiar la acción de la gravedad, el flujo de un río, activar o apagar la secuencia de sístole y diástole...
Si las palabras así lo ordenan, se abrirá el cielo, se apagarán las estrellas y caerán al mundo los horrores del principio y el fin.
Imagínese lo que la palabra, hablada o escrita puede hacer con un humano efímero y frágil.
La esencia inaccesible y a la vez común de la palabra le confiere propiedades fuera del entendimiento de sus propios usuarios, que no creadores.
Las combinaciones de palabras, esa infinitud aplasta y abruma a quien pretende abarcarla. Pierde su mente y se deleita jugando a la prueba y al error.
Pero de entre todas las palabras existentes, extintas y por existir, hay un par de ellas que pueden poner a una persona contra sí mismo, hacerlo perder la razón y alcanzar la máxima lucidez e iluminación. Un verdadero tormento y gozo para hablante y escucha...Ya todos sabemos que palabras son. Decirlas aqui seria poner en riesgo la estabilidad de este caotico pedazo de ser cibernetico.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Tumorización

Hinchazón craneana asimétrica.
Tumorización irreversible del encéfalo
derivada de la praxis negligente.
Consecuencias filosofo-irreversibles para el sujeto
Se ha reducido a una masa blanda, comedora, bebedora
e inerte
Los choques, en este caso parecen ser la terapia ideal.
Reavivar los músculos, disolver coágulos,
reinaugurar esfínteres atrofiados...en fin.
Un mar de beneficios, le aseguro.
¡Claro! Choques eléctricos.
Aunque suene a barbaridad, la corriente eléctrica en el sujeto
le reanuda el corazón, vencido y aplastado.
Una buena descarga desperdigará en el cuasiorganismo del vegetante
una caricia flamígera que le requemará los nervios hechos bolas
un lengûetazo de fuego que le destorcerá los tendones y le
calentará la sangre. A veces es necesario hacer que esta hierva para desinfectarla
¡Exacto! Como al agua misma.
Nada mejor que el dulce toque de unos dedos eléctrico a través del pecho, del cráneo
del estómago para darle una dirección para correr al corazón tartamudo.
Nada mejor que un chispazo violento que haga erguirse los cuerpos cavernosos del miembro extenuado
Nada mejor que el fuego, en su esencia eléctrica, para revivir a un muerto.

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Tumorización

Hinchazón craneana asimétrica.
Tumorización irreversible del encéfalo
derivada de la praxis negligente.
Consecuencias filosofo-irreversibles para el sujeto
Se ha reducido a una masa blanda, comedora, bebedora
e inerte
Los choques, en este caso parecen ser la terapia ideal.
Reavivar los músculos, disolver coágulos,
reinaugurar esfínteres atrofiados...en fin.
Un mar de beneficios, le aseguro.
¡Claro! Choques eléctricos.
Aunque suene a barbaridad, la corriente eléctrica en el sujeto
le reanuda el corazón, vencido y aplastado.
Una buena descarga desperdigará en el cuasiorganismo del vegetante
una caricia flamígera que le requemará los nervios hechos bolas
un lengûetazo de fuego que le destorcerá los tendones y le
calentará la sangre. A veces es necesario hacer que esta hierva para desinfectarla
¡Exacto! Como al agua misma.
Nada mejor que el dulce toque de unos dedos eléctrico a través del pecho, del cráneo
del estómago para darle una dirección para correr al corazón tartamudo.
Nada mejor que un chispazo violento que haga erguirse los cuerpos cavernosos del miembro extenuado
Nada mejor que el fuego, en su esencia eléctrica, para revivir a un muerto.

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miércoles, 6 de noviembre de 2013

Profecía de la resurrección

Yo te revivo.
Te infundiré mi aliento Escribiré sobre tu piel tu nombre y luego el mio. Porque parte de mi estará en ti.
Y cobrarás más vida que nunca, y jamás amanecerá de nuevo para nosotros.
Nuestras noches serán eternas entregados al fuego y al viento. Inundaremos nuestros cuerpos con el sabor del cuerpo del otro. Nos respiraremos. Nos beberemos. Nos añejaremos y cambiaremos de forma. Y aún despues de tantos episodios maniaticos, el sol no se levantará.
Los muertos volverán a morir de la envidia que nos tendrán. Los imperios surgirán y volverán al polvo en llamas mientras tú y yo seguimos ahogados, suspendidos en un beso, un abrazo, un orgasmo infinito que se multiplique a través de cada célula hasta que la mente no pueda con ello y agonice de cariño, de cansancio y de placer.

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Profecía de la resurrección

Yo te revivo.
Te infundiré mi aliento Escribiré sobre tu piel tu nombre y luego el mio. Porque parte de mi estará en ti.
Y cobrarás más vida que nunca, y jamás amanecerá de nuevo para nosotros.
Nuestras noches serán eternas entregados al fuego y al viento. Inundaremos nuestros cuerpos con el sabor del cuerpo del otro. Nos respiraremos. Nos beberemos. Nos añejaremos y cambiaremos de forma. Y aún despues de tantos episodios maniaticos, el sol no se levantará.
Los muertos volverán a morir de la envidia que nos tendrán. Los imperios surgirán y volverán al polvo en llamas mientras tú y yo seguimos ahogados, suspendidos en un beso, un abrazo, un orgasmo infinito que se multiplique a través de cada célula hasta que la mente no pueda con ello y agonice de cariño, de cansancio y de placer.

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