martes, 1 de noviembre de 2016

Cuando Lázaro se levantó...

I
Ya sé. Ya sé.
Como dicen los de Clutch: Lazarus is back from the dead...Looking as one would expect.
Lo mismo aplica en esta ocasión para mi blog, que a diferencia de Lázaro tiene más de tres días con la puerta sellada por una roca. Así que imaginemos el escenario. O mejor no.
¿Por qué hoy? ¿Por qué ahora, a estas horas? ¿Por qué mientras estoy acostado en mi catre de jarcia (o como se escriba) sudando a más de 2000 km de las ciudades donde vivo o de aquellas en que viven mi familia y amigos?
Pues porque, supongo, difícilmente hallaré mejor momento.
En fin, esta entrada también pretende retomar la poco visitada costumbre de mi «Bitácora de viajero». Y es que la ocasión lo amerita. Estoy en medio de un viaje que consta de muchos (pero que muchos) pequeños viajes distintos.
Me encuentro en Sonora, en una comunidad del territorio yaqui haciendo lo que me gusta y por lo que estudié 5 años. El trabajo siempre fue el pretexto perfecto para conocer las esquinas y recovecos de mi país. Hoy estoy de regreso en el norte y no puedo dejar de ver en ello la acción cíclica de los engranes del tiempo.
Mi viaje no es en solitario. Procuro no olvidar que «happiness only real when shared». Y eso lo hace más ameno y también más enriquecedor.
Mi cuerpo está aquí al Sur de lo que es el Norte y que también es muy Occidente. Pero mi mente está de viaje por mil lugares y tiempos diferentes. ¿Cómo? Por la lectura.
No sólo volví al vicio sino que ahora me sobredosifico a diario. Y lo disfruto increíblemente. Cada libro es una vida vivida hecha de las mil experiencias del autor, las cuales son también sus vidas hechas de vidas anteriores cuyo cúmulo cognoscitivo no alcanza uno a retener todo entre las manos. Más bien pasa frente a uno mientras lee y trata de arrancarle tantos bocados como sea posible.
II
En esas estamos, como se dice. Llega noviembre y con él vuelven, aunque sea tantito, los muertos. Justo ahora oigo repicar las campanas del templo y me hago a la idea de visitar el panteón yaqui que en esta fecha permanece inundado por la luz anaranjada de cientos de veladoras.
Así, no sólo viajo dentro del presente, y me asomo al pasado. También viajo, cuánto es posible, dentro de las entrañas del futuro. Viaje por demás peligroso y que más que sabiduría, prodiga al aventurero desazones y promesas de desesperación pero que desembocan, la mayoría, junto a buenos puertos.
Me queda nada más decir que, bien dicen algunos, mientras más leo, más quiero leer y, también, más muero por escribir de manera seria. Serial. Seriada. En serio.

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