jueves, 3 de diciembre de 2015

Las respuestas del Vacío (poema)

Canto I

Esta no es una disertación filosófica
Esto es hablarle al Vacío esperando inútilmente su respuesta
Aunque, debo confesar, a veces ese silencio
es la contestación que anhelaba
sin esperarla en verdad.

Ya sea
en el hueco en las entrañas del mundo
o en la solidez ingrávida del espacio exterior
encuentro retazos de realidad.
Molestos, malditos.

¿Cómo se desfibra uno del cordel de su propia vida?
¿Cómo alcanza uno las murallas de las ciudades de los dioses,
cuándo el camino que ha de recorrer no admite pasos carnosos
ni el vaivén de la sangre en las arterias?
¿Cómo se sacan del costado
las espinas que se le han quedado a uno
de tanto pensar,
de tanto exprimirse,
de tanto estimularse,
de contorsionarse el cerebro?

Las masas de materia inmóvil parecen
más cerca del vacío y la inexistencia
que los cuerpos que corren junto al rayo,
que los montículos frenéticos que todo buscan y nada logran asir.

Canto II

Allende las alturas de mares bravíos
de sondas anales y fluorescentes navíos
parto, ¡oh, amigos, parto!
Se me desfiguran las ganas
y las siento traducirse en ansia y anhelo
en cuchillos y en calma.

La escala angélica
Ni dorada, ni luminosa
ni oscura, ni cálida
Ni
Nada.
Sólo por fin:

E
L

V
A
C
Í
O

Canto III

Una mano se alza
La mía propia, juega con sus propios dedos
Yo la veo y la dejo hacer según su gusto
Finalmente ni mi mano es.
De entre la almohada un aroma se alza
algo entre residuos de perfume y sudor seco
el olor de la cotidianidad y la calidez
el sabor de un hogar.

Las respuestas las tengo
¡TODAS!
Las que responden a mis preguntas
y a las tuyas
Y las que generan aún más preguntas cuyas respuestas
previamente poseo.
¿De qué me sirven?
Viajé
Vi
Crucé

Pregunté al sujeto detrás de la cortina
Y al otro que encendía las luces
Interrogué al que vendía los boletos y al que colocaba a la gente en su asiento
Los que bajaban y subían el telón me ignoraron
Todos con sus máscaras amarillentas, pulidas, grotescas
Sólo atinaron a decirme que la obra no tiene director
ni escritor
ni guión
ni actores.

Sólo atinaron a regresarme a las butacas
A una nueva...vieja pero nueva, pues
A una locación diferente
Con vecinos distintos pero igual de desagradables
Para contemplar, otra vez
Un espectáculo mudo.
Sin trama, sin significado y sin fin.

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1 comentarios:

Blogger Uriel Cormorán ha dicho...

Regresaste para contarnos del vacío que es todo. Desde tu siempre singular forma; comenzando con lo inconmensurable contrastado con lo insignificante, luego pasaste por equilibrio, por la respuesta hueca, y llegaste al mundo cotidiano, al muy tuyo vivir, algo simbólico claro, pero se nota en ese tercero tu actuar. Siempre terminan gustándome más tus momentos finales que tus comienzos, como que vas dejándote ir y es cuando te vas cuando logras encontrar (te). Bienvenido a las andadas.

5 de diciembre de 2015, 19:30  

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