miércoles, 16 de enero de 2019

«Reconstrucción» de Antonio Orejudo (Reseña) (micro ensayo)



Introducción

Aunque hay muchos —de verdad que muchos— libros entre esta reseña y la anterior, me dejaré guiar por la memoria y no por el orden cronológico para reportar, como intenté hacer en 2018, mis piensos derivados de los libros que voy leyendo. Así, además, me obligo un poco a ejercitar mi memoria que siento que es excelente para las nimiedades e información basura, y pésima para las cosas más vitales.

El último libro que leí en 2018 fue «Reconstrucción» de Antonio Orejudo; aunque debo admitir que las cinco páginas que me faltaban las terminé en las primeras horas del 2019. Pero, vamos, que tampoco me iba a perder la comilona y la convivencia familiar por tan poco: ¡por fin, un poco de orden en las prioridades!

Esta reseña será sencilla pues quiero hablar de las impresiones generales que me ha dado el libro. Ya saben que en estos pequeños ensayos no desmenuzo nada de la trama o demás información importante. Hablo de los sabores que me quedan en la mente luego de haber ingerido una pieza literaria.

Desarrollo

La novela mas bien corta de Orejudo nos habla de una época particularmente extraña, inusual y coyuntural —me disgusta esa palabra, me hace pensar en menudencias y pellejos animales— que fue la Reforma y el subsecuente cisma de la comunidad cristiana en Europa. Siempre me ha parecido que el siglo XVI fue para el mundo de las culturas humanas una sacudida, una actualización repentina y masiva, un «quemar todo lo viejo para dar paso a lo nuevo» casi literal y demasiado universal. La gente cuyas vidas transcurrieron poco antes y durante buena parte de ese siglo deben haber sentido que nacieron en un planeta y exhalaban su último aliento en otro a años luz de distancia.

Lo mejor, creo yo, de esta novela está en su estilo. Y eso, que quede claro, no demerita ni un poco el contenido y la trama. Por el contrario, la prosa de Orejudo les dota de un sabor que los hace muy deliciosos. Este estilo es muy ligero, ágil, rápido en el que se incorporan de la manera más eficiente y natural observaciones que van de lo sarcástico a un humor negro y de gustos ácidos de gran calidad. Al tratarse de ficción histórica esto no sólo se siente refrescante sino que, viendo el panorama literario, se agradece, pues no sólo facilita al lector un periodo histórico denso, grandilocuente, escolástico y de retórica enrevesada que, tristemente, muchos autores presentan con los mismos adjetivotes que acabo de utilizar. Como apasionado de la historia, su actualización y facilitación respetuosa, agradezco haberme topado con esta joyita.

La historia no se queda atrás: seguimos a varios personajes a través de un sinfín de andanzas y saltos entre los cada vez más numerosos y radicales movimientos surgidos en Europa después de las tesis de Lutero y el cisma consecuente. En un extremo tenemos inquisidores ultraconservadores, contrarreformistas, en el otro anabaptistas, luteranos, calvinistas y, en el medio, una riquísima variedad de gente que atraviesa semejante jungla de sectas y ramificaciones cristianas entregándose completamente a la que mejor les parece para sustentar sus vicios, placeres, gustos o negocios. Todos estos sectores se encuentran, se enfrentan, se atacan, se menosprecian mutuamente en un show que va de lo cómico a lo sangriento.

La incidencia de personajes reales y la forma orgánica tan bien lograda en que se entremezclan realidad —histórica, que es, si acaso, un pedacito de la realidad—  con ficción permite que uno se deslice con la misma facilidad entre el asombro total y la curiosidad de cualquier historiador entregado.

Todo lo anterior, que suena a muchísimo para tan pocas páginas, es aderezado, insisto, con una prosa rápida, clara y sobretodo inteligente, crítica pero también con movimientos propios de la etapa de las lenguas humanas en aquel siglo tan caótico. Lo que hace que uno, constantemente, se termine riendo de situaciones que bien podrían constituir las 300 páginas de una tesis de doctorado en historia europea del siglo XVI.

Conclusión

En menos palabras que las anteriores, esta novela —primer y grato encuentro con Orejudo que tengo— me recordó lo mucho que se puede disfrutar de una novela histórica cuando se dejan las ataduras de las mentes académicas y se adoptan las libertades y virtudes de un medio como la novela. La creatividad aquí encontrada es de una modernidad que invita a su degustación sin olvidar que nos debe acercar y hacer sentir en el revoltoso periodo en que vivió aquella parte del mundo hace más de 400 años.

Justo pasé casi todo 2018 preguntándome si tenemos muestras así de ingeniosas de ficción histórica de México. Sé que las hay, y sé que las debe haber. Aún no me he adentrado lo suficiente en el asunto. Pero mi preocupación es, en realidad, tomar la riqueza de esta nación —cultural, histórica, lingüística, hasta gastronómica— y demostrar que lo que hacen muchos grandes con la riqueza de otros países, la hecha con material de casa sería igual o más sorprendente, colorida e intrigante. Debo mencionar que hay, por lo menos un libro que recuerde ahorita, y que luego reseñaré, donde se aprovecha un poco la veta histórica de la rica mina cultural que es México.

Sin más, recomiendo con ímpetu la lectura de esta obra. Y, para tranquilizar a quien esté interesado, en algunas ventas o sitios con libros de segundo uso o similares, se puede conseguir esta pequeña maravilla. A mi, se los digo no con pena sino como presunción, me costó $50 en una Feria del Libro. Así que, a buscarlo.

La foto es mía y, pues, de mí, haciendo un poco de #bookface

Etiquetas: , , ,

4 comentarios:

Blogger Uriel Cormorán ha dicho...

Neta, prestame libros jajajaja

Ahorita ando leyendo El batallón de San Patricio, novela historica del italiano Pino Cacucci, pero con recursos de acá, que me parece bastante imparcial, excepto porque Taibo le hace el prólogo, entonces empiezas a cuestionarte si en verdad está libre de encargos. Fuera de eso, la prosa no es muy ingeniosa, tiende a los datos certeros, que de alguna forma le dan su carácter histórico, y la trama inevitablemente te saca una que otra lágrima y un Erin Go Bragh, hermanos, Viva México!

Un amigo estaba enamorado de las novelas historicas de Carlos Fuentes, que es de esos autores que por una u otra razón, o más que razón simplezas, no llega a mis manos.

Siempre oportuno el leerte, esa novela me va a servir para mis ficciones. Presta.

8 de marzo de 2019, 12:17  
Blogger Uriel Cormorán ha dicho...

Por cierto, perrona la foto.

8 de marzo de 2019, 12:17  
Blogger Manuel Malagüero ha dicho...

Te presto los que gustes, bro. Este de "Reconstrucción" creo que de hecho te gustaría y serviría harto. Esta en la casa en Guanatos si quieres ir por él me avisas para decirle a mi madre o a mi carnal que te lo pasen.

Y sobre lo que estás leyendo: ¡Luego me lo prestas tú! Hace rato vi la existencia de ese libro sobre el Batallón y muero de ganas de leerlo. A mi me cae rebien Taibo II así que no tengo un pedo. Un excompañero de la Coordinación en el DF participó en un documental sobre el Batallón pero no sé si ya lo subieron a las interwebs o todavía no. Es netamente histórico pero está chido haber trabajado con alguien que sabía del tema. Además, creo que allí cada año hacen una cabalgata en honor al Batallón y toda la cosa.

21 de marzo de 2019, 9:59  
Blogger Uriel Cormorán ha dicho...

Recién pasé mi sección de literatura internacional contemporanea con este del batallón, porque aunque es sobre el México viejito, el autor es italiano y moderno, aunque en su momento ten por seguro que nos hacemos prestamos de intercambio.
Se me ocurre hacer un día del San Patricio yendo a ver la cabalgata que dices, ya que renuncié a festejarlo con alcohol.

26 de marzo de 2019, 23:17  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio