lunes, 15 de mayo de 2017

Madre Oscuridad (micro ensayo)

But even so, one day the flames will fade, and only Dark will remain - DS
Desde pequeños, desde hace siglos, desde que el ser humano se inventó prodigios para explicar los fenómenos más allá de lo que su mano con pulgar oponible podía asir, se nos ha enseñado una grandísima y única verdad. Una certeza tan sólida que no conozco el caso de una religión, de un sistema de creencias, de una corriente filosófica —aunque esta rama es la que más se acerca al fruto del que hablo— o siquiera de un grupo de gente que, con un corpus bien armado y las secuencias lógicas que le permitan mantener la idea de pie, rechace, por su opuesto, la dicha máxima: la humanidad proviene de, busca, desea o anhela la Luz. La Luz representa al Bien, valor universal —universalmente ambiguo, en realidad— al que supuestamente todo ser humano quiere o debe aspirar: la Luz como símbolo del logro máximo, la trascendencia, el alejamiento de los bochornosos orígenes, como fin último.

¿Nadie se ha puesto a pensar, por un momento, que no provengamos de la Luz ni tengamos que dirigirnos a ella, sino, por el contrario, seamos hijos de la Oscuridad y a ella habremos de volver los pasos como niños que van de vuelta al regazo de su madre? ¿Nadie se ha permitido por una vez tener siquiera un poco de compasión de la pobre Oscuridad y decir «oigan todos, tal vez la Oscuridad no es la forma pura y esencial del Mal, sino del Bien o, mejor aún, de la Paz, la Tranquilidad, la Calma y el Equilibrio?

That, my children, is a creed I could get behind!

Podrá parecer raquítico mi análisis. Y más de uno podrá decir que qué zoquete este fulano si no conoce X, Y o Z corriente filosófica que niega la bondad humana innata —de entrada pido, por favor, si saben de éste tipo de, llamémosles «doctrinas» o corrientes, me lo hagan saber con autores y fechas. ¡Gracias adelantadas!— a favor de una maldad natural, o mejor dicho de una neutralidad o hasta indiferencia. Yo busco más bien la doctrina que niegue la Luz como única forma y representación de la aspiración humana y/o de su estado ideal. Busco más que la malevolencia de nuestra hominidez incipiente aún. Aspiro más bien a encontrar un sistema que acepte la oscuridad natural del corazón del hombre y la acepte justamente por ser natural...que no trate de cambiarla, erradicarla o sustituirla. Sino que, al reconocer su esencia, la aliente, la acepte y busque crearle un cauce como el torrente que es.

Para ello quiero aclarar esa idea: la Oscuridad no tendría porqué ser el estado antitético de la humanidad como masa podrida, perdida, corrompida. La Oscuridad tampoco es caos...muy por el contrario. Díganme por favor que hay quienes la reconocen como la Estabilidad del Universo, la Calma del Cosmos silente, la Presencia manifiesta de la Eternidad. Porque, aceptémoslo, no podemos —o no puedo yo en particular— pensar en una eternidad de luz al final de los tiempos. Es sólo que no me parece natural. Es al revés, la tendencia natural sería la Oscuridad: las estrellas mueren, la energía se dispersa, la Entropía gana siempre y con ella llegan la calma y el equilibrio, la inacción sempiterna de los astros huecos flotando como hojas al viento.

¿Por qué, si la misma materia en todos sus niveles tiende a estos estados que podemos ligar con la Oscuridad —así como a la Luz se le injerta un amasijo de valores de Movimiento, de Ascendencia, de Culminación, de Transfiguración— debemos nosotros, supuesto pináculo —momentáneo— de la evolución animal ir en contra de todo sistema que la Naturaleza y el Cosmos tienen fraguando y perfeccionando desde antes que el tiempo transcurriera para ellos?

Somos una especie condenada a luchar contra corriente. ¡Y no! Eso no es un acto heroico per se. Es negar nuestro origen y destino. Es el berrinche de la Humanidad por querer escapar del abrazo de su Madre. Estamos condenados a sufrir, como género, familia, especie, la decepción, la frustración, el cansancio y la derrota si siempre pensamos y queremos vencer el orden de las fuerzas naturales.

Yo por eso, amigos míos, voto y me hago devoto de la Oscuridad porque es el vientre del que surgió y en que habita el Universo; porque es la cuna en que la Humanidad fue amamantada y de la que luego al poder andar sólo se alejó para meterse en casas de cristal con luces permanentes y frías; porque hasta los soles y galaxias saben rendirse ante ella cuando el tiempo llega y se disuelven dejando atrás las fuerzas titánicas y la tensión que sobre sus brazos lácteos reinaba; porque es la Tranquilidad eterna y la certeza de que, al provenir toda materia de ella y entregarse finalmente a la misma sin esfuerzo y con tierna parsimonia, finalmente todo, materia, espíritu, alma, furias, dioses, rituales y esperanzas se distienden en la ribera de la noche plutónica —como dijo Poe— para unirse todos juntos con la sustancia sin luz de la que provenimos.

P. S.: Sí, Dark Souls.
Fotografía tomada por mí en Guadalajara, Jalisco, México. 

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2 comentarios:

Blogger Uriel Cormorán ha dicho...

Alcancé otra entrada en mi hora lecturera :)

Yo opto por el claroscuro, por el gris, por la penumbra, un equilibrio coherente mientras nos movemos de un punto al otro, de la nada a la existencia, de la existencia a la nada, de la oscuridad a la luz, de la luz a la oscuridad.

El equilibrio como doctrina filosófica ya lo tenían los griegos y parieron un cuantioso número de pilares para la civilización. Y así como mencionas, tan perronamente, por cierto: "encontrar un sistema que acepte la oscuridad natural del corazón del hombre y la acepte justamente por ser natural...que no trate de cambiarla, erradicarla o sustituirla. Sino que, al reconocer su esencia, la aliente, la acepte y busque crearle un cauce como el torrente que es."

Desafortunadamente en la actualidad vivimos bajo el regimen del dios sol, de la lucha por "el bien", pero con los cimientos del equilibrio, lo que provoca un especie de desvalance, un forzar la balanza, que inevitablemente y para recuperar su equilibrio tira al otro extremo con más brutalidad. Biblicamente yo diría, que hay un tiempo para todo, para el bien y para el mal, para la guerra y para la paz, para el vicio y para la rectitud. Sin embargo, bajo el régimen de la luz, hay que reprimir el otro lado. Con esto no digo que la luz sea la paz, la rectitud y el bien, coincido contigo en las virtudes de la oscuridad y se me hacen coherentes tus argumentos.

Actuar en contracorriente, de la contracorriente humana, aún con el orden cósmico a nuestro favor, es bastante difícil. ¿Cómo es que la humanidad se aferra a ciertos mitos y no a otros, a otros más arcaicos? De cuando había un dios y una diosa, o docenas de ellos, y cada uno simbolizaba conceptos tan dispares y aún así todos eran venerados.

¿Es nuestra tarea generar los mitos adecuados para nuestra época? ¿hacer que la psique humana se alinie con los cimientos de nuestra civilización? Sería en todo caso una tarea titánica, pero vale la pena el ejercicio.

14 de junio de 2017, 14:50  
Blogger Uriel Cormorán ha dicho...

*desbalance, régimen :)

14 de junio de 2017, 14:55  

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