miércoles, 21 de agosto de 2019

El Vigía y el Testigo (poema)



Promontorios
de arena húmeda,
impregnada de la niebla de sangre,
de pie, como acusando
los ultrajes antiguos.

La noche avanzó
natural e impostergable
y sus manos de tinta
asfixiaron a las luces, a los reptiles,
a los chasquidos de las rodillas viejas.

El Vigía permanece
sentado en el alféizar.
Su pacto con las sombras
le otorga una inmunidad solitaria.

Y el Testigo del pacto se limita,
como hace desde que el tiempo dejó de ser Nada,
a estirar los dedos largos y perezosos,
para registrar en sus archivos
los arcanos movimientos de la tierra.

Desde su trinchera, la vista es ominosa:
el valle negro que era verde,
la flor azul que era dorada,
el cielo vacío que estaba lleno,
el aire muerto que estaba vivo.

Algunos fuegos fatuos se encienden
y la cólera del que guarda las memorias se enciende.
Las eras de tareas errantes y de mareas de azares y oraciones
terminaron.

Cuando el sol retire las piedras de su sepulcro
y la boca femenina de la Noche regurgite al mundo
las piedras caminarán,
las ríos ascenderán en estelas de metal líquido,
las hojas y frutos traspasarán las fronteras de la tierra,
los gallos serán asesinados por las gallinas
y la música se escapará de los dedos y las gargantas
entre jirones de piel y sangre caliente.

Para reiniciar el ciclo hay que hacer el sacrificio:
arrancarse las uñas, zafarse los dientes, bailar con las manos, pensar con las tripas.
La rueda del tiempo se atasca a menudo
pero la sangre lubricará sus ejes,
formará túmulos húmedos y abrirá surcos nuevos en la arena
y cuando la noche regrese para tragarse la tierra,
el Vigía seguirá apostado
y el Testigo seguirá escribiendo.

Imagen de encabezado: The Wheel of Fortune,
 del tarot de InaAuderieth, tomada de aquí.

Etiquetas: , , ,

El Vigía y el Testigo (poema)



Promontorios
de arena húmeda,
impregnada de la niebla de sangre,
de pie, como acusando
los ultrajes antiguos.

La noche avanzó
natural e impostergable
y sus manos de tinta
asfixiaron a las luces, a los reptiles,
a los chasquidos de las rodillas viejas.

El Vigía permanece
sentado en el alféizar.
Su pacto con las sombras
le otorga una inmunidad solitaria.

Y el Testigo del pacto se limita,
como hace desde que el tiempo dejó de ser Nada,
a estirar los dedos largos y perezosos,
para registrar en sus archivos
los arcanos movimientos de la tierra.

Desde su trinchera, la vista es ominosa:
el valle negro que era verde,
la flor azul que era dorada,
el cielo vacío que estaba lleno,
el aire muerto que estaba vivo.

Algunos fuegos fatuos se encienden
y la cólera del que guarda las memorias se enciende.
Las eras de tareas errantes y de mareas de azares y oraciones
terminaron.

Cuando el sol retire las piedras de su sepulcro
y la boca femenina de la Noche regurgite al mundo
las piedras caminarán,
las ríos ascenderán en estelas de metal líquido,
las hojas y frutos traspasarán las fronteras de la tierra,
los gallos serán asesinados por las gallinas
y la música se escapará de los dedos y las gargantas
entre jirones de piel y sangre caliente.

Para reiniciar el ciclo hay que hacer el sacrificio:
arrancarse las uñas, zafarse los dientes, bailar con las manos, pensar con las tripas.
La rueda del tiempo se atasca a menudo
pero la sangre lubricará sus ejes,
formará túmulos húmedos y abrirá surcos nuevos en la arena
y cuando la noche regrese para tragarse la tierra,
el Vigía seguirá apostado
y el Testigo seguirá escribiendo.

Imagen de encabezado: The Wheel of Fortune,
 del tarot de InaAuderieth, tomada de aquí.

Etiquetas: , , ,